Opinión

200 años de las naranjas

Hace más de 200 años que España y Portugal no tienen ningún contencioso serio. El último fue a principios del siglo XIX con la absurda  Guerra de las Naranjas que convirtió la lusa Olivença en la extremeña Olivenza. Antes hubo enfrentamientos, muchos en el Miño, e incluso una tropa lusitana llegó hasta la Muy Leal e intentó tomar el castillo del Castro. En el siglo XX ambos países estuvieron de espaldas con sendas dictaduras y a mediados de los setenta las cosas comenzaron a cambiar para bien. Una década después llegaría la entrada simultánea en la UE y por fin la integración fronteriza y monetaria, que ahora avanza también en términos de mercado ibérico, como bien señaló el primer ministro Antonio Costa, un hombre que ha mostrado nervio controlado. 
Llegados a este final de la historia propio de Fukuyama, las relaciones se observan y examinan en dos términos: de colaboración, entre Galicia y la Regiao Norte, con el Eixo Atlántico lanzado por Vigo y Oporto; y de rivalidad, entre estas dos últimas ciudades. Cierto que ahí Vigo lleva las de perder. El aeropuerto Sá Carneiro alcanzó los 10 millones, diez veces más que Peinador. El puerto de Leixoes funciona como única terminal marítima del Norte luso tras fusionar su gestión con Duero-Oporto y Viana do Castelo, y su crecimiento asusta. También en crucerismo Oporto avanza a toda máquina y quizá este año supere a Vigo por vez primera. Oporto es una ciudad decadente pero lidera un área metropolitana de más de millón y medio de habitantes, mientras Vigo navega en solitario. Continuará...

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