Todavía no se sabe si Podemos se presentará a las municipales en Vigo -es probable pero no seguro- y mucho menos quién sería su candidato y la discusión parecen ser el número de concejales que logrará y si llegado el caso podría pactar con el PSOE. Hace ocho meses se decía lo mismo de AGE y ahora mismo hay dudas sobre si llegará incluso a las municipales, visto el lío interno con la mitad de la coalición -Anova, que ya ha perdido a la mayoría de su tripulación mientras al mismo tiempo Beiras ha decidido comenzar su tercer retiro por causa de la edad- y la creación de Marea de Vigo, que no es sino un intento de construir una nueva plataforma, un AGE2 pero con la vista puesta en atraer a Podemos. Precisamente. Al mismo tiempo aparecen otros grupos similares, todos en la zurda, como Ganemos, todavía por presentarse en público, y otros. Y en esto llegó el BNG, marca cuyo valor ha ido cayendo al ritmo de sus escisiones -Compromiso por Galicia, Anova- y de sus errores, entre ellos no el menor su errática política municipal en Vigo. Este parece el único motivo de la creación de una asamblea abierta que no es sino recuperar el modelo Podemos, exitoso aunque pendiente de superar una prueba seria. No es cuestión de comparar, pero en la historia política comunitaria son numerosos los ejemplos de partidos y formaciones, a menudo exóticas, radicales o extremistas, que lograron grandes resultados en las elecciones europeas que no revalidaron en otros comicios más serios. En España, lo mismo, gloria pasajera. Nadie sabe qué puede pasar con Podemos aunque los sondeos colocan al ¿movimiento, partido, asamblea permanente? incluso por encima del PSOE, lo que suena poco creíble. El BNG, por si acaso, ha decidido copiar a su forma el modelo con la esperanza de recuperar votantes desaparecidos al perder el rumbo. De momento no hallado por su último capitán, interesante economista y comentarista, y bisoño político, como quedó claro precisamente tras las europeas. Cada vez más barcos faenando en el mismo caladero...
