Opinión

Autopista hasta la sala

La AP-9 puede ser la única autopista del mundo que entra hasta la cocina, lo que en sí mismo no tiene nada de malo –se puede circular desde la plaza de España de Madrid hasta la calle Alfonso XIII sin un solo semáforo- salvo por el pequeño detalle de que el último tramo, varios kilómetros por el centro de la ciudad, son de pago, lo que parece un desvarío. En A Coruña, por ejemplo, la autopista se queda a las puertas, desembocando en una vía urbana. En Vigo el proceso ha sido al revés: primero se construyó la autopista, lo que ha llevado a esta extraña circunstancia que al fin parece en vías de superarse. Pudo ser  peor si no llega a ser por la gestión que hizo Carlos Príncipe siendo senador, quien logró que el Gobierno levantara el peaje previsto para el tramo entre Teis y Peinador: Vigo iba a ser la única ciudad donde habría que pagar para ir al aeropuerto. La Xunta propuso convertir el tramo en urbano, lo que probablemente supondrá algún pago a cambio, el Concello se mostró dispuesto a hacer de inmediato un proyecto técnico y enviarlo a Fomento, y el ministerio ha dado la bendición. Quedará mucho por hacer, porque la obra del nudo de Buenos Aires no va a ser sencilla, pero era una asignatura que había que aprobar y que por fin parece que la Muy Leal va a superar. 
Otra que en cambio no acaba de avanzar es la ETEA, pese a la sucesión de ideas y proyectos que desde la marcha de los militares y la compra por Zona Franca primero y por la Xunta y el Concello después se han ido sucediendo. Sin éxito. Ayer anunció la Xunta una residencia. Bien. Falta el Campus Mar. Continuará...

Te puede interesar