Opinión

Una llamada de interés

En la ceremonia de entrega, en el Monasterio de Leyre, de los últimos premios Príncipe de Viana ha habido dos intervenciones que son una llamada de atención al mundo actual. La primera la del galardonado y la segunda la del rey, que llamó a “consolidar la cultura como algo esencial de la sociedad porque resalta los aspectos más nobles y elevados del ser humano y ayuda a crecer como personas y como comunidad. Debemos valorarla y cuidarla en todos sus aspectos, desde la educación más temprana, hasta su consideración social más amplia y rotunda; desde la investigación histórica o técnica, hasta el fomento de la sensibilidad artística y la potenciación de nuevos ámbitos con facilidades para su propagación e integración".
El premio este año fue para el humanista pamplonés Ramón Andrés González-Cobo, quien abogó, también, en sus palabras por la defensa de la cultura, el saber y el conocimiento constatando "el progresivo desmantelamiento de la cultura en un mundo que ha instaurado en su ideología la fabricación de excedentes. Ya no sabemos vivir con lo necesario". Y pidió ayuda "para los que se hallan en condiciones más o menos precarias por haber escogido el difícil camino del conocimiento y el saber. Que no todo quede reducido al homo thecnicus, porque es solamente una parte de lo que es en sí el ser humano, a saber: un portador de sentido, una herencia de significados, un eslabón del Ser". Reconoció la labor de quienes tratan desde las aulas el saber "procurando que Occidente sea lo que hace no tantas décadas propusieron filósofos como Jaspers y Gadamer, que no se cansaron de decir que, a la larga, la cultura es más fuerte que cualquier moneda, porque la ciudadanía día tras día ve menguada su condición para ser convertida en un mero cliente". 
Interesantes ideas para tener en cuenta porque vivimos en una época que, acaso por los mismos planes de enseñanza, únicamente tomamos cuenta de lo que en cada momento puede producir acomodo, felicidad o placer. Dejamos todo al socaire de lo que los medios nos proporcionan postergando la memoria y el esfuerzo para contenidos serios. Esta generación es culpable de acudir a estos sistemas modernos que son muy buenos, pero que precisan de una seria profundización.
Recuerdo una reunión en la que se discutía sobre la exigencia a los alumnos del dominio de la ortografía. ya que hoy en día se salta tantas veces. Uno de los presentes soltó una frase que hizo que algunos nos fuésemos. Dijo: "Me opongo porque no es necesario ya que los ordenadores tienen correctores y ya es suficiente". Acaso este era de los "homo thecnicus" de los que hablaba el premiado en Leyre. O aquel otro que hablando de la diferencia entre una iglesia parroquial y una capilla dijo que estaba en el tamaño y por eso "capilla es un diminutivo" (sic). Se negó a admitir lo que tanto un buen profesor de historia y arte y yo le dijimos. La parroquia tiene pila bautismal. El buen hombre en su terquedad y osadía erre que erre que capilla era un diminutivo.¿Diminutivo de qué?, le preguntamos como única respuesta. Claro que ni respondió. Una muestra más de la incultura que nos rodea y de los osados que en su ignorancia dicen las mayores barbaridades y se quedan tan tranquilos con su pobre acervo cultural.
En suma estamos en una cultura en la que, como muy bien decía el galardonado: "Ya no sabemos vivir, con lo necesario". Nos hemos convertido en consumidores compulsivos llenando nuestras vidas y nuestras casas de cosas tantas veces inútiles y, como decía un amigo, "cualquier día tendremos que dormir en el ascensor porque en casa el lugar lo ocupan muchas cosas innecesarias”. La cultura brilla por su ausencia muchas veces creando una ignorancia y osadía increíble.

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