Opinión

Los 100 metros

Fui educado en colegio británico y desde niño nos inculcaron una disciplina deportiva que incluía el atletismo. Desde muy temprana edad desarrolle la habilidad como velocista, especialmente en las 100 yardas. Recuerdo que ganaba la mayoría de las carreras de esta modalidad, año tras año. Como todo chaval de cualquier época siempre teníamos un ídolo mundial y curiosamente recuerdo que era nada menos que el africano-americano Jesse Owens, que ganó en las olimpiadas del 1936 en Berlín ante un estupefacto Adolf Hitler, que odiaba a la raza negra con las conquistas de los clásico que sumaban el trio de un velocista, los 100, 200 metros y el salto en longitud. No solo ganó pero batió los records mundiales que perduraron décadas. Nuevamente un atleta de raza negra ha conquistado el mundo y acaba de correr su última carrera este Londres después de una década de gloria. Me refiero al jamaicano de 30 años, Usain Bolt. Fue tres veces campeón mundial en dichas modalidades y los 4x100 metros. Aunque en esta última carrera que quedo tercero recibió una ovación multitudinario no solo por sus hazañas pero por su indiscutible carisma y su gesto de lanzar una jabalina cada vez que acababa una carrera. El atletismo sigue siendo uno de los deportes más interesantes y sanos del mundo con modalidades de todos los gustos. Los atletas generalmente son natos y con buen entrenamiento consiguen su puesto en los rankings mundiales. Sin embargo, no cabe duda y siempre fue la estrella de la corono la carrera de los 100 metros. Pocos de las nuevas generaciones se acordaran de la gran película del año 1981, ‘Carrozas de Fuego’ que ganó 4 Oscar y fue nominado por 3 más. Se trata de un hecho real entre dos velocistas, uno, Harold  Abrahams, judío, estudiante en la Universidad de Cambridge y Eric Lidell, un evangelista misionero de Escocia que son los británicos elegidos para los 100 en las Olimpiadas de 1924 en Paris. Era una época en que el atletismo no era profesional aunque el drama se desarrolla porque Harold contrata a un experto para que le entrenase mientras que Eric es religioso y rehúsa correr en domingo que es cuando le tocaba la final. Volviendo a mi propia vida como atleta en esta modalidad, y como vivo en una ciudad de ámbito narcisista me atrevo a agregar mis granitos de arena. Con 18 años en la escuela de ingeniería del Cable Ingles, que también se practicaba el atletismo, no solo esmere ganando los 100, 200 y el salto en longitud pero esmeré en los 400 y el salto alto. Obtuve la máxima puntuación y el primer premio general. Al completar los estudios fui trasladado a Vigo en 1957 y sin pensarlo dos veces me puse en contacto con los jóvenes vigueses atletas entre ellos el ya campeón olímpico Carlos Pérez. Estuve entrenando en el estadio de Balaidos que en esa época tenía la pista de atletismo. También comencé a entusiasmar a otros chavales a tratar de introducir el rugby. Fueron estos que me embarcaron en la aventura de asistir como atleta miembro del conjunto de Pontevedra en los Juegos Sindicales del régimen de la dictadura en 1958. Unos 30 y pico de gallegos viajamos en autobús y después de 17 horas de viaje, llegamos al Club de Campo justo cuando me tocaba las eliminatorias de los 100 metros. No pude acabar la carrera al quedarme sin fuerza. Pero al día siguiente gane el salto en longitud y los 4X100 contra los rivales de Madrid y Barcelona. Salió en la prensa nacional. Fue la última vez que hice atletismo.

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