Opinión

Salvar a la infanta

No nos engañemos. Salvar a la infanta es eso que se llama “Cuestión de Estado”. ¿Qué es la cuestión de Estado? Hay determinadas situaciones en que, por el interés general, o por las repercusiones negativas que se derivarían de la aplicación rigurosa de la Ley, se imponen soluciones que la sobrevuelan o ignoran, cuando se hace por interés general. Claro que este no es el caso, pero puede disfrazarse de tal, porque se trata y se trató desde el primer momento de evitar las consecuencias que para la tambaleante corona pudiera tener la condena, en este caso, de la infanta Cristina.
“Cuestión de Estado” es un término muy a gusto de los dictadores y las repúblicas bananeras donde es frecuente que se emplee esta expresión para salvaguardar todo tipo de tropelías, disfrazadas de medidas necesarias al servicio del interés general. 
Por eso, se celebró una reunión previa entre el Gobierno, la Casa Real y el PSOE, con la fiscalía por medio, para ver el modo de establecer un cortafuegos que salvara a la corrupta o idiota –elijan- hija menor del emérito viajero. Y la consecuencia inmediata fue la inhibición del Estado ante su comportamiento presuntamente delictivo: La Agencia Tributaria no acusó (cosa que hace inmediatamente ante cualquier responsabilidad menor de todo hijo de vecino), el fiscal se convirtió en defensor y el abogado del Estado no ejercitó acción alguna en defensa del interés público.
Y sobre todo está ese vergonzoso antecedente que anula la eficacia de la acción popular, aplicada a Botín, si a un presunto justiciable sólo lo acusa aquélla, pero no el fiscal.
Todo está calculado y el efecto que provocará la exoneración de Cristina de Borbón también. ¿Han olvidado que el imprudente Rajoy manifestó desde el primer momento que creía en su inocencia? ¿Basándose en qué? A mí me bastó esta afirmación para considerar al actual presidente en funciones un hombre amortizado que debería dejar de manejar la nave del Estado, cuando de tal modo evidencia que no piensa en el conjunto de los españoles, sino en una familia, rescatada del pasado por un general de Ferrol que la colocó donde se halla.
Lo peligroso del concepto de “Cuestión de Estado” es el uso que se haga del término, ya que puede servir al Gobierno de turno, sobre todo, para enmascaras o cubrir sus propias deficiencias o errores. Es conocido el hecho de que todos los gobiernos declaran “materias clasificadas” cuestiones que, muchas veces, no atienden al general interés, sino a su propia conveniencia o la del partido que gobierna.
 

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