Opinión

Quién dice qué

En todas sus intervenciones públicas el presidente del Gobierno se esfuerza por transmitir un mensaje de optimismo, por recalcar que lo peor de la crisis ha pasado, y en ayuda de sus apreciaciones han llegado los informes de organismos internacionales y el apoyo de importantes líderes mundiales que dan por bueno el proceso de recuperación de la economía española en sus grandes cifras, y a eso se agarra como a un clavo ardiendo el jefe del Ejecutivo.

Sin embargo, tanto las declaraciones como los informes contienen una letra pequeña o unas notas a pie de página que matizan todo optimismo, y suponen un motivo de preocupación para los ciudadanos, porque muchas de ellas advierten de que la recuperación es frágil e incipiente y de que para consolidarla es preciso profundizar en las reformas. Eso supone que el periodo de sufrimiento de la ciudadanía y de recortes en los servicios públicos y en los derechos conquistados con anterioridad todavía no ha terminado.

El “gran liderazgo” del que habló Barack Obama vino acompañado de su gran preocupación por la mareantes cifras de paro que se registran en España. El Fondo Monetario Internacional ha elevado la previsión de crecimiento de España desde el 0,2% al 0’6% y los más optimistas han titulado que el FMI ha triplicado la previsión de crecimiento de España para este año, obviando que es más fácil crecer mucho si se parte desde muy abajo y que no ve tan claro que las cifras vayan a ser mejores en 2015. En cualquier caso sus previsiones siguen siendo menores que las del Ministerio de Economía que espera que lleguen al 1% en 2014, y suponen el menor crecimiento previsto entre los países desarrollados.

Item más, el último informe de Oxfam Intermón situaba a España como el segundo país europeo en el que la desigualdad entre ricos y pobres era mayor, sin que a ningún miembro del Ejecutivo se le haya ocurrido valorar este dato. Y las previsiones al respecto no son nada halagüeñas a tenor del aviso de la Comisión Europea, que ha señalado a España como uno de los países en los que encontrar un trabajo no es una garantía para salir de la pobreza por la mala calidad de los contratos que se firman, mientras que crece la población en riesgo de pobreza o de exclusión social debido al aumento del paro y a que a muchos desempleados se les acaban ya las prestaciones y subsidios, que además se quieren recortar. El 12% de los trabajadores españoles viven en situación de pobreza, porcentaje que solo superan Rumanía y Grecia.

Estos datos vienen a ser corroborados por la Organización Internacional del Trabajo que muestra su preocupación por la situación del paro juvenil y por los parados de larga duración con calificativos como “insoportables” y para quienes las únicas salidas son la emigración o la exclusión social porque “cuanto más tiempo esta la gente fuera del mercado laboral más tarda en regresar a él”, como ha manifestado su director general, Guy Ryder.

Hay otros datos nacionales que ahondan la preocupación respecto a la salida de la crisis: casi el 40% de los empresarios españoles creen que este año tendrán que despedir a parte de su plantilla, según una encuesta de PWC, las exportaciones han comenzado a bajar con un 2,2% menos en noviembre y también desciende la producción industrial, según el INE, por no hablar de la destrucción de empleo que dice la EPA.

Lo peor ha pasado ya, dice Mariano Rajoy, pero siguen sin explicar como va a quedar el país después de la tormenta. “Llevará diez años arreglar la crisis española”, apostilla el comisario europeo Olli Rehn.

Te puede interesar