Opinión

De tretas y elecciones

La manera de gobernar y las hipotecas políticas que trascienden de las actuaciones del Gabinete que preside Pedro Sánchez están pidiendo a voces una convocatoria de elecciones. Las viene pidiendo Ciudadanos desde los prolegómenos de la moción de censura contra Mariano Rajoy y las pide ahora Pablo Casado recién nombrado presidente del PP desde su escaño de jefe de la oposición en el Congreso. No pide otro tanto Joan Tardá portavoz de ERC pero al poner como condición para apoyar los Presupuestos que el Gobierno inste a la fiscal general del Estado a que retire los cargos que pesan sobre los políticos catalanes acusados de rebelión, si su partido pasara de la advertencia a la abstención, podría obligar a Sánchez a disolver las Cámaras.
Es el escenario del que el Presidente del Gobierno no quiere ni oír hablar. Tampoco que le recuerden que en el discurso que pronunció en el Congreso tras la votación que desalojó a Mariano Rajoy de La Moncloa se comprometió a convocar elecciones "cuanto antes". Con lo a gusto que está en el cargo y ahora que está descubriendo y disfrutando de los resortes del poder. En ese registro sicológico dejó algunas pistas el episodio de la utilización del "Falcon" para acudir a aquél concierto de rock que en gloriosa expresión de peloteo fue bautizado por la vicepresidenta Carmen Calvo como "agenda cultural nocturna".
Por no hablar en clave algo mucho más inquietante de la treta ideada para modificar la Ley de Estabilidad Presupuestaria eludiendo el control del Senado. Delata un tic autoritario que por mucho que cuente con el respaldo de Podemos invita a reflexionar acerca del fin y los medios. La Constitución (Art. 66) establece que las Cortes Generales formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado ejercen la potestad legislativa del Estado, "aprueban sus Presupuestos" y controlan la acción del Gobierno. Cualquier maniobra orientada a marginar al Senado en el proceso de votación de los Presupuestos resulta contraria a la esencia de la democracia. Si Sánchez quiere que se respete su adquirida condición de Presidente del Gobierno como resultado de la moción de censura (regulada por otro artículo de la Carta Magna, el 113), debería respetar la función del Senado. La oposición, el PP por boca de Pablo Casado y de Ciudadanos en el decir de Albert Rivera, hablan abiertamente de un fraude de ley. Es asunto que, sin duda terminará en el Tribunal Constitucional. Que por cierto, tiene doctrina acerca de este tipo de maniobras.
En 2011, a instancia (¡qué ironía¡) de un recurso presentado por el Grupo Socialista del Senado, sentenció que las enmiendas a las iniciativas legislativas "deben tener conexión con la materia de la ley que pretenden enmendar".
Si, como parece, la cosa acaba en recurso ante el TC, la política habrá entrado una vez más en otro proceso de judicialización, tendencia que viene siendo la filoxera que lastra la vida política española. Mal asunto. Cuanto antes tengamos los ciudadanos la oportunidad de expresar nuestra opinión votando en unas elecciones legislativas, mucho mejor para el futuro de nuestro país.

Te puede interesar