Opinión

Rio, en el otro lado del Miño

El PSD, equivalente luso del PP, acaba de elegir como líder a Rui Rio, un viejo conocido de este lado del Miño por sus 12 años como alcalde de Oporto. Un período que no fue el de mayor colaboración de la capital portuguesa en la Eurorregión por varios motivos, entre ellos no el menor el interés manifiesto del regidor por hacer carrera en Lisboa, en lo que ahora precisamente está. Con todo, fue vicepresidente del Eixo Atlántico y participó en actos en la última época en la que el Concello de Vigo se mostraba activo y organizaba reuniones. 
Rio era sobre todo un pragmático poco dado a los aspavientos, un hombre de los que creen con toda razón que la política tienen que ser prosa y no lírica para que funcione. Recuerdo que en una entrevista insistía en que las relaciones de su ciudad con Vigo estaban cuajadas de cierta pomposidad que aborrecía. Por eso acaba de ser elegido: avisó que el PSD estaba en serio riesgo de desaparecer. Y le han creído.
Lo cierto es que desde dejó el cargo y pasó el bastón de mando a su populista/localista sucesor las cosas han ido a peor en la Eurorregión y las relaciones entre Vigo y Oporto nunca han estado tan bajas pese a ser dos ciudades hermanadas oficialmente, co-fundadoras del Eixo Atlántico y con intereses comunes. También rivales en turismo marítimo, tráfico portuario o líneas aéreas. Oporto es una ciudad que parece caerse a trozos, en ruina permanente, en severo retroceso demográfico -no llega a 240.000 habitantes- pero que lidera un área metropolitana de más de dos millones y medio, que cuenta con una marca internacional reconocible y museos como Serralves. Y además un club de fútbol de dimensión europea.

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