Vigo carece de planeamiento urbanístico, o algo incluso peor: el que ahora se encuentra en vigor ya estaba obsoleto hace 20 años, por lo que hubo que redactar otro cuya tramitación fue larga y su vigencia corta tras haber sido condenado por los tribunales. En definitiva, es como tirar con un coche viejo que además está estropeado. La Xunta ha articulado un par de normas que parecen escritas para salvar algunos proyectos de la Muy Leal, como la llamada “Ley Vigo”, para actuaciones de promoción pública, y la Ley de Medidas Fiscales, planteada para iniciativas privadas. En este último apartado entra el plan Recaré, tramitado de forma exprés, por lo que parece que tendrá recorrido. Es lógico que así sea: Eroski, que se encuentra detrás, ha visto que lo hace ahora o dentro de un tiempo será tarde ante la enorme competencia: Vialia en Urzaiz; Parque Comercial Zona Franca en Valladares y Centro Celta en Mos están en marcha, y quizá algún día se haga Porto Cabral, una oportunidad que esta ciudad no debería perder si quiere garantizar su futuro como polo de atracción y crear miles de empleos.
Desarrollar terreno comercial y empresarial es una tarea larga y compleja, como bien sabe Zona Franca, que prácticamente ha renunciado al polígono de Matamá, de un millón de metros, por las enormes reticencias de la comunidad de montes -denuncias judiciales incluidas- y sólo con muchas dificultades sacará adelante el Parque Comercial, de 250.000, gracias a que la Xunta lo incluye como un proyecto supramunicipal, sin necesidad de nueva ordenación local. En Matamá estaba previsto hace ya muchos años una actuación que de haberse realizado habría cambiado para mejor Vigo, un espacio destinado a la implantación de empresas del congelado y conserveras de Beiramar. No se hizo, y todos los frigoríficos cerrarony algunos se trasladaron fuera de la ciudad como Pescanova o Pesca Puerta, quedando la zona en ruinas. Peor fue las conserveras: Alfageme desapareció y Orbe, que se pasó años buscando terrenos, emigró a Pontecaldelas. Continuará...
