Opinión

Hoy, el Cristo que nos traiga un catolicismo contagioso

En el libro de Montserrat Rodríguez Paz sobre Santa María de Vigo, editado por la Cofradia del Cristo, don Moisés Alonso Valverde, firma una breve presentación. El actual párroco, aporta una imagen certera sobre la Concatedral, donde “se guarda la joya de la Ciudad: el Santísimo Cristo de la Victoria”. Pienso por el sacerdote y sin su permiso, espero me disculpe por interpretarle con buena intención, que el sentido del mensaje no alude a esos pedruscos que portan señoras de posibles, o sea visibles medios económicos, en un lenguaje fuera del común pero que algunos conocemos por parcelas. La joya se perfila por un sinónimo, este sí habitual en la parla: Tesoro. Eso es lo que tiene para sí el creyente, y aun aquel que no lo es pero trata al próximo con respeto, tolerancia y otras virtudes que no han de ser únicamente católicas, ni siquiera cristianas.
La alusión a don Moisés me recuerda dos párrocos inolvidables: Ramón Bua y José Pereira, que les apeo el don como aceptábamos  en el trato. Al último no solo le conocía  por su ministerio sacerdotal. Además de párroco de Santa María, fue consiliario del Vigo 20, de Equipos de Nuestra Señora, que mi esposa y servidor habíamos dejado antes de su llegada. A pesar de lo irreversible de su enfermedad y de las molestias que le acarreaba el tratamiento, de lo que hablábamos con frecuencia en una cafetería desaparecida  de Príncipe, presentaba una entereza envidiable y una fe inmensa en el Cristo, con el que esperaba encontrarse más allá. ¡Su Cristo, al que rezó toda su vida! Se mostraba orgulloso de compartir su fe con  gentes muy humildes.
Con Bua la relación fue mas allá. En mi época de directivo en Radio Popular,  en los setenta, el era el asesor religioso. En paralelo, hasta años después, fue consiliario del  ya citado Vigo 20, de  Equipos. Como disculpa una cena mensual, en la que rotan los distintos matrimonios, el que recibe prepara una comida frugal, con presupuesto muy limitado. El objetivo es buscar la perfección cristiana en la pareja, así como escuchar al consiliario en sus acertadas observaciones.El Movimiento sigue vivo en Vigo.
Bua, que era muy cercano, invitó un dia a todo el Equipo a la Illa de Arousa, donde se asentaban los suyos desde hace mucho. Trató de manera especial a los niños y estos y los mayores, escuchamos al consiliario sobre sus devociones, una muy especial para el Cristo. Como ya he dicho, el que sería obispo, antes fue párroco de la Concatedral.
Hay mas prelados de que hablar, máxime si hemos si aludimos a la  Residencia Sacerdotal, que está en la finca del  Obispado. Hablo de aquel aparentemente hierático López Ortiz, fraile, de ahí lo de fray José. Prelado de la diócesis de Vigo en los primeros 40 y dejó la responsabilidad a finales de los 60,  cuando regía la diócesis de Tui-Vigo. El fraile hizo un buen regalo a nuestro Cristo: En 1957 amplió la diócesis de Tui, y excepto algunas prerrogativas para la ciudad fronteriza, Vigo, que era y es el otro componente, alcanzó el rango de sede episcopal a efectos de residencia del prelado. Esto suponía que la Colegiata de siglos, nombre en desuso, se convirtió en los felices cincuenta para los fieles, en  Concatedral. Todo esto ensalzó al Cristo. Aquella decisión de la diócesis con capitales en Tui y Vigo, fue un regalo para nuestro Cristo, según muchos vigueses.  Sin embargo, este Hijo del Padre sabe que no somos por donde nos colocan, sino  por aquel espacio que alcanzamos con fe, dando testimonio.
“El testimonio es la unión, la coherencia, entre la fe y la vida. Creer es a la vez testimoniar lo que se cree”. Son palabras del prelado, Luis Quinteiro,  con varias licenciaturas y doctorados. Esta tarde sale la procesión, cuajada de fieles, buen número de los cuales han hecho desde ayer el mismo recorrido que el cortejo hoy. Esa masa en la que nadie se atreve a cuantificar  por separado a fieles y no creyentes o gentes de otras creencias. En la “Carta pastoral del Obispo de Tui-Vigo. Luis Quinteiro Fiuza”, de 2016, el prelado escribe: “En nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño incluso a la fe, las familias creyentes tienen una importancia  primordial en cuanto faro de una fe viva e irradiadora”. Irradiar es que nuestro cuerpo despida  algo cálido, para acercar a los que no son fieles en la procesión, al Cristo que llaman de la Vlctoria, yo le llamo Cristo a secas, porque su participación en la Reconquista es dudosa. Vuelvo a nuestro prelado, para que nos ilumine: “La fe personal de cada uno  de nosotros se encendíó en contacto con la fe de los otros”, así alcanza sentido el titular de esta sección: “Hoy, el Cristo que nos traiga un catolicismo contagioso”. 
La Hermana Mayor del Cristo de la Victoria, Marora Martín-Caloto”  ha dicho en Atlántico estos días: “El desarrollo de Vigo y los devotos del Cristo crecieron juntos, de ahí su arraigo en la ciudad”. Que crezcan más, si cabe, y que profundicen  en su arraigo en la Oliva, que es olivo y su aceite se usa para ungir a los que tienen deseos de aproximarse a Jesucristo.
 

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