Opinión

Complicado y tal vez irreversible

Está todo el país hasta el gorro de tantas idas y venidas como comentábamos el pasado jueves. Hasta el punto de que el personal comienza a “pasar” de todo ello en medio de una crispación que posiblemente sea irreversible. Volvemos al tema hoy porque creo que le faltaba alguna idea que me gustaría dejar. Porque precisamente la situación nos va a llevar a un punto sin vuelta atrás. La falta de verdaderos líderes y la incompetencia y poca visión de algunos está llevando por un lado a un callejón sin salida. El paro y la economía del noble pueblo catalán está tocando fondo y la animosidad de gran parte del resto de España escala cotas que le hacen adoptar una postura otrora incomprensible. El amor y reconocimiento a los indudables valores de aquel pueblo se está trocando en indiferencia e incluso odio velado porque, a medida que pasa el tiempo, el personal está harto de todo este jaleo.
Éste, opino, es el mayor daño que están causando los avatares de la política catalana. Habrá, tarde o temprano, una división y acaso una república, pero anterior a eso está la ruptura causada en el ambiente español que ya van considerando aquella autonomía como cosa aparte. Si somos realistas comprobaremos que esa división ya está siendo realidad después de una mentalización a todos los niveles en medio de aquel pueblo después de décadas. Y se ha conseguido con la ayuda de grandes y estudiados sectores de la sociedad y la Iglesia, y Montserrat en concreto pueden estar también en este juego. A ello se ha llegado o se ha dejado llegar y ahora las lamentaciones de nada valen y conducen a un punto irreversible. Ya lo verán. De nada sirve ahora lamentarse.
Está claro para muchos el problema judicial, pero también es cierto que acaso este sendero consigue encrespar más la situación cuando los personajes en cuestión se mueven en una galaxia incomprensible. En el futuro el tema dará para más de un filme incluso cómico, aunque la tragedia sea el final. Una tragicomedia que dejará en evidencia la poca capacidad y categoría de los personajes en cuestión. Se han marginado a las pocas mentes de categoría como son Durán y Lleida o Miguel Roca y se han convertido en protagonistas aprendices de última hora que han llevado a una esperpéntica situación; y el resto de España lo ve, lo lamenta y lo sufre.
Todos tenemos inmensas ganas de que esto acabe. Pero, y este es un problema serio, las elecciones acaso sean inoportunas en esta situación. Tomar decisiones en épocas de turbulencias es, cuando menos, peligroso, como decía el de Loyola que vivió en la montaña de la Moreneta. Será un mal menor pero mal en el fondo y puede conducir o a más de lo mismo o a una situación sin retorno. Otro ingrediente de esta situación.
La situación está muy lejos de convertir los comicios en una fiesta democrática limpia y sin estridencias. Falta la verdadera paz y el sosiego necesario para que esas elecciones reflejen lo mejor para Cataluña y se conviertan en ejemplo para el resto del país. E incluso incentiven a las empresas que se han alejado de allí. Falta calma y sobran gritos; se carece de aplomo y sobran ligerezas. Esperemos al 21 de diciembre y estemos preparados porque, tal como están las cosas, puede acontecer de casi todo, como sería continuar en lo mismo una vez más. Ya veremos.

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