Cartas al director

Feijóo y su empleo del gallego tras la tragedia del ave

nnn Hace un año no me pareció oportuno hacer pública esta crítica, pues lo más importante entonces era centrarse en las víctimas del accidente y en su atención: y en manejar el dolor y la tristeza que todos padecíamos y compartíamos. Cuando la mañana siguiente del accidente del tren Alvia el presidente de Galicia compareció en Santiago ante los muchos medios de comunicación convocados para dar las primeras noticias institucionales y los primeros datos oficiales de víctimas, no se le ocurrió otra cosa que hablar únicamente en gallego, todo su discurso. España entera estaba pendiente de esa rueda de prensa, y fueron muchos los españoles que le vieron y oyeron en distintas televisiones y emisoras de radio, incluidos muchos familiares y amigos de víctimas que esperaban angustiados esa información. Recordemos que la mayoría de las víctimas del accidente no eran gallegos. Feijóo podía haber hablado en el idioma común de todos los españoles para que todos los oyentes le entendieran sin problemas. Pero no lo hizo. ¿Por qué? En Galicia no se difundieron mucho las críticas que su decisión de usar el idioma gallego en esa ocasión produjeron, porque aquí es un tema sensible (igual que en la época de Franco no se podría criticar a la Iglesia Católica ni al Caudillo), y si alguien defiende el uso del castellano o la libertad lingüística aparecen los adoradores del gallego y le saltan a la yugular, y le acusan de ser antigallego. Pero en internet han quedado evidencias de que a mucha gente le sentó mal. El Presidente de nuestra Comunidad ni se inmutó: no dio ninguna explicación, ni trató de justificar o disminuir su falta de empatía, de solidaridad y hasta de sentido común y de educación (de todo eso le acusaron). 
Me vienen a la cabeza las campañas publicitarias de la Xunta de Galicia intentado atraer a turistas a venir a nuestra tierra, usando textos y lemas en gallego. No me parece lo más adecuado para convencer a personas que no entienden el idioma en que se hace esa promoción. Me parecen muestras de fanatismo nacionalista algunas cosas que compruebo que ocurren en Galicia, y pongo tres ejemplos. Uno: en una competición de traineras celebrado en un puerto gallego, con varios equipos participantes de Euskadi y de otros sitios, los avisos de megafonía se hicieron sólo en gallego. Dos: en muchos eventos veraniegos celebrados en el gran Auditorio al aire libre de Castrelos, en Vigo, con la asistencia de cientos o miles de turistas de fuera de Galicia (a los que se pretende atraer y fidelizar para que vuelvan y disfruten de nuestra tierra y de nuestra hospitalidad), todas las explicaciones e información que se podía escuchar por los altavoces era sólo en gallego (siendo además Vigo una ciudad cosmopolita y mayoritariamente castellano hablante). Y Tres: en algunos museos gallegos la información sólo está disponible en gallego; y en otros la ponen en grande en gallego y en pequeñito en castellano… Alguien bien pensado creerá que los visitantes gallegos tienen mala vista.
En Cataluña, Euskadi, Galicia, Valencia y Baleares los políticos promocionan la barrera idiomática para marcar su territorio y desligarse de la que algunos consideran potencia invasora: España. Van en contra del interés real de los ciudadanos, que preferimos usar la lengua que mejor sabemos usar y que nos sirve para comunicarnos, para entender y para que nos entienda más gente. En Galicia no hay duda de que los nacionalistas han contagiado de sus tics exclusivistas y de su idolatría al idioma al PSOE y al PP, y nuestros políticos actuales consideran que está mal visto usar el castellano, y que sólo se debe usar el gallego, al que irracionalmente han declarado la lengua propia de Galicia, como si Galicia hablara, o como si cada gallego no tuviera su propia lengua propia, o como si España pudiera declarar al idioma español la lengua propia de España…  Y se dedican a imponerlo en todo lo que pueden. Y los que no tienen sus mismas ideas políticas y lingüísticas (que este tema son prácticamente religiosas y cada vez ocasionan una imposición más fanática, aunque se empeñen cínicamente en negarla), pues que se fastidien; o como diría nuestro Nobel gallego Camilo José Cela (al que la cultura oficial gallega desprecia), que se jodan.
Cuando Feijóo se dirigió a los familiares y amigos de las víctimas del accidente de hace un año diciendo que los sentimientos que teníamos “só se poden describir con bágoas”, no estaba diciendo la verdad: también se podían describir con lágrimas.