Cartas al director

Nuestro mundo

En estos momentos tan complicados donde cada uno de nosotros, a través de nuestra indiferencia y conformismo, colaboramos directa e indirectamente con el sinsentido de nuestro “mundo”, nos encontramos con que todos los días aparece gente ahogada en las playas del Estrecho. A cada instante la Guardia Civil que nos protege se hace con el control de pateras llenas de personas, todas legales, que quieren llegar a nuestro “mundo”. “Todos legales” ya que, a mi humilde juicio, los seres humanos, por el simple, aunque complejo, hecho de nacer, son libres y en absoluta legalidad de habitar y vivir en este mundo. Alguno sin papeles, eso es verdad, pero ¿quién da ese papel que otorga la legalidad para deambular por el mundo? Es más, ¿cómo se llega a obtener?, ¿qué hace la diferencia para determinar la legalidad de una persona?
Esta gente llega a nuestro “mundo” después de haber vivido situaciones terribles, hambre, guerras, esclavitud y un largo etc. Y en nuestra “superior sabiduría”, lograda gracias a nuestra occidentalidad, les negamos pisar el territorio que ocupamos y consideramos de nuestra propiedad. Pero, ¿quiénes somos nosotros para impedir a esa gente poder trasladarse? Repasando las lecciones de la historia se puede percibir de forma clara que las diversas riquezas y posesiones que tenían estos "sin papeles" se lo robaron de forma paulatina los habitantes del primer mundo, “civilizado”, durante siglos y siglos.
Leed el poema de Miguel Hernández "Andaluces de Jaén". Dice: “No los levantó la nada/ ni el trabajo ni el señor,/ sino la tierra callada,/ el trabajo y el sudor,/ unidos al agua pura y a los planetas unidos,/ los tres dieron la hermosura de sus troncos retorcidos,/ andaluces de Jaén”. Miguel nos pregunta: ¿De quién son los olivos, de quién la tierra, de quién la vida?