Cartas al director

la última misa de don álvaro

n  n  n El 11 de marzo de 1994, don Álvaro del Portillo cumplía ochenta años, y lo celebró con una peregrinación a Tierra Santa, regalo que él consideró como una "caricia del Señor". Allí tuvo ocasión de recorrer los lugares que contempló Jesús en su vida terrena y de hablar con Él "a quattro occhi" (a solas Él y yo). 
El día 22 de marzo celebró su última Misa en el Cenáculo, en Jerusalen. Sólo Dios sabe hacer las cosas a la perfección, porque sin duda, este regalo de cumpleaños llevaba impreso su sello. A su regreso a Roma, al día siguiente, una niña le entregó en el aeropuerto de Ciampino un ramo de flores. "Tú me regalas esas flores -le dijo-. ¿Te importa que yo se las regale a la Virgen? Horas más tarde fallecía, teniendo la ocasión de entregarle esas flores a su Madrecita; su rostro estaba transido de paz y serenidad.
Como el alma perdura más allá del tiempo, desde la eternidad don Álvaro nos sigue desafiando con su amabilidad y ternura a seguir la verdadera Belleza, la que nunca se agota ni defrauda.