Cartas al director

Una lectura sectaria de la historia

 “Un pueblo sin memoria está condenado a ser dominado” (P. Esquivel, Nobel de la Paz 1980).
En decir del político plusmarquista en estudios superiores de España, “es necesario derogar la Ley de Memoria Histórica, por cuanto en ella se hace una lectura sectaria de nuestra historia.” Yo obligado fui a estudiar la Historia de España en la escuela franquista. Sea, pues, que aquella disciplina académica era escrita y contada por la docencia de aquel régimen, que había surgido tras una guerra civil, tras el intento fallido de un golpe militar usual de acción rápida y violenta.
Siendo, así, que la Historia de  lectura única, la escrita por los vencedores, con la imposibilidad de contrastar con el relato de otros. La lectura sectaria se prolongó en el tiempo en que duró la dictadura. Una de las experiencias positivas que para mí tuvo mi extrañamiento fue el que pude escuchar de boca de muchos exiliados, los vencidos, un relato muy distinto sobre aquel trágico episodio de nuestra historia. Un relato que amplié con la lectura de historiadores extranjeros, cuyas obras estaban prohibidas en España. Residía en un país que no reconocía al gobierno franquista, y sí al republicano en el exilio. Quien ha hecho una lectura sectaria de la historia han sido los exegetas de la dictadura. Con la llegada de la democracia se inicia una corriente de historiadores academicistas que intentan una versión contrastada. Acción que suscitó la reacción en cascada de los llamados historietógrafos que niegan otra lectura distinta a la que instituyó el régimen franquista. 
Conocer nuestra historia de 1931 a 1968 presenta un fuerte hándicap. La Ley de Secretos Oficiales de 1968 es imprescriptible. No hay plazo determinado para la desclasificación de documentos. Algo inusual en muchos países del mundo, a los que no les duelen prendas en revelar episodios vergonzosos de su pasado histórico. Es lamentable que la historiografía española tenga que acudir a otros países para el análisis de documentos desclasificados referidos a España en el citado período. ¿Por qué? Según Morenés, ex ministro de Defensa, “ello afectaría al honor de algunas personas”.  ¿A quiénes y a qué honor se refería?
 A los muertos se les debe justicia reparadora  y que su memoria no se sepulte con sus huesos en ignominiosas fosas comunes. Y a sus deudos, respeto. Eso es concordia, el respeto al vencido como pintó Velázquez en su “Rendición de Breda”, y no solo eso, a su derrota se  añadió una política de aniquilación institucionalizada. Fue la “justicia al revés” según Serrano Súñer. Para los vencidos no hubo paz, ni piedad ni perdón. ¿Puede olvidar un ourensano, la dura represión en nuestra provincia, con tan bajos índices de conflictividad social, bélica, en aquel  período? A la lectura invito de la tesis doctoral de Julio Prada Rodríguez, “Ourense, 1936-1939. Alzamiento, Guerra e Represión” (Edicións do Castro, 2004), prologada por el catedrático Jesús de Juana, nada sospechoso de ser un rojo rencoroso.