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Terré, el fotógrafo sin cámara

Fragmento de una de las obras más conocidas de Ricard Terré, en Barcelona.
photo_camera Fragmento de una de las obras más conocidas de Ricard Terré, en Barcelona.

Fallecido en Vigo, el 29 de octubre de 2009, Terré fotografió poco en su vida, siempre en busca de un duende que a veces se mantuvo aletargado. Las instantáneas se encuentran, no se hacen, y en no pocas ocasiones las mejores fotos le sorprendieron sin la cámara. Las conservaba en su mente.

“Lo que busco es el espíritu del hombre, esa esencia fundamental que permanece en el tiempo y está en todos los lugares. El hombre es siempre el mismo y mis fotos son intercambiables, las de hace 40 años pueden parecer de ahora mismo y no hay diferencia por hacerlas en Barcelona, en Portugal o en Galicia”. Con estas palabras del propio Ricard Terré podría definirse la obra fotográfica del autor catalán, hijo adoptivo de nuestra ciudad, quien antes de abordar la fotografía en el año 1955 había practicado la pintura al óleo y la caricatura. Nacido en Sant Boi de Llobregat en 1928 y fallecido en Vigo en octubre de 2009, es una de las figuras claves de la renovación fotográfica española en la segunda mitad del siglo pasado. Su inquietud artística le lleva a rechazar la estética dominante, un pictorialismo en que la fotografía trataba de imitar la pintura. Junto a otros discrepantes, en 1959 inaugura la exposición Terré, Miserachs, Masats en la Sala Aixelà, una muestra que supone una revolución dentro del academicismo del momento y una apuesta decidida por un campo de expresión propio para la fotografía, que Terré sabría explotar con enorme talento desde entonces.

FOTO AL CARBONCILLO
Se podría decir que Ricard Terré fotografía al carboncillo, siempre en blanco y negro y empleando para ello el objetivo de 38mm que le obliga a disparar de cara, a corta distancia, algo que el artista considera clave para conseguir verdadera emotividad en la expresión de sus modelos. En el laboratorio fuerza el revelado de los negativos para conseguir un mayor contraste, potenciando los negros en el positivado, y consiguiendo instantáneas de un dramatismo a menudo sobrecogedor. 
Se considera a sí mismo como un fotógrafo amateur. En los años sesenta y setenta realiza trabajos de decoración fotográfica mediante el empleo de imágenes muy ampliadas e integradas en el espacio, cuya temática era elegida por el propio Terré. Es el caso de la gran fotografía mural, representando un barco en la inmensidad del mar, que realiza en 1964 para adornar la sala de plenos del Consorcio de la Zona Franca de Vigo, en las oficinas del Muelle Transversal. 
Ricard Terré visita por primera vez Vigo en el año 50, para cumplir con la milicia universitaria. Apenas dos años más tarde se casa con la viguesa Laura Alonso Bar -hermana del político y empresario Cástor Alonso-, con la que tendrá ocho hijos, instalándose definitivamente en nuestra ciudad en 1959, cuatro años después de comenzar su carrera fotográfica. En su lugar de acogida realizaría su primera exhibición individual en la Sala Foto Club en febrero de 1961.
Como nos cuenta su nieto el historiador Rubén Terré, Ricard Terré es una personalidad inquieta que deja huella en la vida viguesa. Miembro de la Junta Directiva del Real Aero Club, es además piloto de automóviles, participando en competiciones como el Rallye Rías Baixas, del que es uno de sus fundadores. 
Junto a su cuñado Cástor crearía Spica, negocio dedicado a electrodomésticos y aparatos de electrónica, abriendo más tarde Scala Terré, en el nº 28 de la Calle Venezuela. Este comercio es recordado por muchos vigueses por lo avanzado de los instrumentos y equipamientos de sonido importados que allí se vendían. El mundo musical y especialmente del jazz en Vigo son también deudores del trabajo realizado por este fotógrafo, que atrajo a numerosos artistas a actuar en la ciudad. n
 

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