Reconquista, una serie de mentiras

magen de las milicias de la Reconquista de Vigo, con los trajes habituales de la época.
Los franceses no se rindieron a Morillo, sino al capitán Coutts Crawford de la fragata británica “Venus”. La ciudad debería conmemorar el 4 de agosto de 1823, en que los liberales y la Milicia Honrada defendieron la Constitución
El traidor Morillo, que la ciudad tiene entre sus héroes, volvió contra la nación las armas que las Cortes le habían proporcionado para defender la Constitución y, por cierto, privó Vigo de la condición de capital de provincia de que había disfrutado durante el “Trienio Liberal”. Este abyecto personaje que el Bloque homenajea, derrotó en 1923, a los patriotas enrolados ahora bajo las banderas de la Honrada Milicia Nacional y el paisanaje liberal. Pese a todo esto, el chauvinismo local prefiere seguir honrando una sarta de mentiras y adulteraciones o inexactitudes, como las famosas banderas de las Alarmas del Fragoso, que difícilmente pudieron estar en la gloriosa jornada del 28 de marzo de 1809 por la sencilla razón de que fueron tejidas en 1810.
La historia de la Reconquista de Vigo es una pura paparrucha. La ciudad se empeña en celebrar una fiesta equivocada. Lo de la llamada “Reconquista” del 28 de marzo de 1809 se ha magnificado un tanto exageradamente. Cada año, en esta fecha, en los años cincuenta y siguientes, los “Hijos de Vigo”, como una especie de comisionado urbano, pedían cuentas a los ediles sobre su gestión municipal. Era una suerte de consejo supremo, orlado de floridos discursos. Eran y consideraban los legítimos descendientes de esta villa de aluvión, de reducido territorio, crecido a costa del de Lavadores o Bouzas. A partir de los ochenta, este aspecto de la fiesta decayó hasta extinguirse.
Les remito al interesante libro del historiador Ronald Fraser, titulado “La maldita guerra de España” que, desde una perspectiva novedosa, nuevas fuentes y documentos analiza socialmente aquellos episodios sucedidos entre 1808 y 1814. El de Vigo también. Fraser introduce en la escena un personaje nuevo, cuyo papel emerge sobre el que siempre atribuimos a Cachamuiña, Pablo Morillo, el teniente Almeida, los abades de Couto y Valladares, el alcalde Vázquez Varela o el marinero Carolo.
Lo primero que conviene insistir es que aquella no fue una guerra patriótica en absoluto por parte de sus principales instigadores, cuyo objetivo era la defensa del trono y de la religión frente a las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa. Pero, aparte de esto, lo que Fraser aclara es que los franceses no se rindieron a Morillo, como indica la versión oficial, ascendido a coronel en el campo de batalla, sino al capitán Coutts Crawford de la fragata británica Venus; es decir, a una de las dos enviadas para ayudar a los sitiadores y, de paso, recoger cautivos a Chalot y sus soldados.
Y ésta es la cuestión: siempre resultó sospechoso que los ingleses se hubieran limitado a actuar de mero transporte de prisioneros. Confirma Fraser que los franceses exigían rendirse a un soldado profesional, no a un jefe guerrillero. Y así fue según las propias fuentes francesas; pero no a Morillo, sino Crawford. La versión oficial, contenida en el opúsculo “Los héroes de la Reconquista de Vigo”, publicada en 1891, señala que Chalot se rindió a Cachamuiña (ambos firmaron el acta, dice, lo que reduce el papel de Morillo en este asunto), y atribuye el comandante inglés el papel de mero testigo.
El personaje de mayor relieve dramático de esta historia sigue siendo el cura de Valladares Juan Rosendo Arias Enríquez y otros dos monjes franciscanos. No se olvide que las proclamas del cura de Valladares y Troncoso, el hombre del marqués de la Romana, reclutaron a su gente bajo la inmediata amenaza de fusilar a todos aquellos que no se aprestasen a la lucha voluntaria. Y el objetivo era devolver el trono al rey absoluto, no otra cosa.
Cuando volvieron los franceses en 1823 aquí no se movió nadie. Y eran los mismos, pero esta vez volvían para reponer el trono y el altar del antiguo régimen. Y a los patriotas que se sublevaron los fusilaron en Redondela. Por eso, para muchos, esta fiesta tiene un amargor reaccionario.

Te puede interesar