El dialectalismo local amplía sus términos con la incorporación de neologismos 100% vigueses

Hablar viguismo: patatillas y croques

“Multamóvil”: el último “viguismo” en incorporarse a la lista, desde enero de 2005. Foto: Archivo
Vigo cuenta ya con una buena cantidad de términos sólo comprensibles por los hablantes locales, muchos de ellos relacionados con la comida, como ‘patatillas’ o ‘croques’, pero incluso con calzado, ‘fanequeras’, o el coche que tráfico emplea para controlar los aparcamientos, el ya famoso ‘multamóvil’. La lista de viguismos no hace sino aumentar.
Lo que suena habitual para cualquier vigués que entre en una cafetería, acompañar un refresco o cerveza con ‘manises y patatillas’, es una jerga incomprensible a apenas unos kilómetros. No existen ni en castellano ni en gallego ni las ‘patatillas’ ni los ‘manises’, sino ‘patatas fritas, de bolsa’ para el primer vocablo, o ‘cacahuetes’ para el segundo. Son dos de las palabras 100% viguesas que han hecho fortuna de tal forma que la mayoría de los vecinos de esta ciudad ni siquiera sabe que se desconocen una vez cruzado el Miño o el Verdugo. Al parecer, la palabra ‘patatillas’ nació por pura casualidad, una empresa local que decidió empaquetar las patatas fritas ‘chips’ y colocarles ese nombre genérico, que ha triunfado. En cuanto a los ‘manises’, todo apunta al cruce de culturas y la Puerta del Atlántico aderezado con alguna confusión que llevó la palabra tropical ‘maní’ a convertirse en ‘manises’. No es el único caso de confusión. Otro igual de celebrado es ‘croque’, que en toda Galicia tiene un sentido muy claro como ‘golpe’ —de ahí el Santo de los Croques, el Maestro Mateo, en la catedral de Santiago— excepto en Vigo, donde también significa ‘berberecho’. La explicación llega en este caso por las industrias de la conserva, uno de cuyos primeros productos envasados serían precisamente los bivalvos, sobre todo los berberechos, denominados en inglés ‘cokels’. Es fácil imaginar la confusión entre los operarios entre los ‘croques’ y los ‘cokels’ con el resultado final de que en Vigo existen empanadas de ‘croques’ cuya composición resulta un enigma para el resto de los gallegos. También tendría un supuesto origen británico —eso afirma Méndez Ferrín— la palabra ‘choio’ como equivalente de ‘trabajo’: vendría de ‘job’, en inglés, y no hay que confundir con ‘chollo’, palabra muy utilizada en toda España, Vigo incluido, que se identifica con algo fácil. De forma que sólo en esta ciudad es posible tener un ‘choio’ que es un ‘chollo’. Si hablamos de comida hay que añadir otro término que ha hecho fortuna en la zona: ‘maicitos’, el maíz tostado en bolsa que en prácticamente toda España se conoce como ‘quicos’ salvo en Vigo, donde este término no existe para sorpresa de los locales cuando salen del área metropolitana. En este mismo apartado hay que añadir ‘peladillo’, por los melocotones sin pelo, llamados ‘nectarinas’ en la mayor parte de la geografía. Curiosamente, no se trata de una mezcla de melocotones y ciruelas, sino de un fruto natural.


Lóbrego multamóvil

Dejando la comida aparte, quizá el ‘viguismo’ más curioso, fruto igualmente de la confusión, sea ‘lóbrego’, cuyo significado preciso es ‘oscuro’, y que en general se suele aplicar a los bajos y sótanos de los edificios sin utilizar. Y ahí llega el error, al entender que los lugares que están sin dividir siempre están oscuros. Así, en Vigo es fácil escuchar que un local está ‘lóbrego’ aunque tenga ventanas y entre mucha luz. Hablar viguismo da también para neologismo de exportación. Uno de ellos, el más reciente, ha sido ‘multamóvil’, que se ha convertido en la denominación genérica en todas las ciudades donde se implantó del coche controlador del tráfico urbano. De su creación tiene mucho que ver este diario, pues fue en esta Redacción donde se pensó como solución para resumir su función en un título. En cuanto a medios de transporte, también tiene certificado local ‘vitrasa’ como genérico de autobús urbano, éste o no en Vigo. En cuanto a las denominaciones populares, la más viguesa es ‘jicho’, que existe fuera pero con carácter negativo. No en Vigo, donde es sinónimo de persona, sin ningún añadido. Más curiosa sería la palabra ‘potear’, como sinónimo de vomitar. Curiosa, porque en buena parte de España ‘potear’ significa tomar unos vinos, utilizando ‘potar’, sin la ‘e’ para el resultado del exceso etílico.


Fanecas y ‘fanequeras’

Con todo, quizá la más curiosa de las palabras viguesas es la denominación de ‘faneca brava’ o ‘faneca’ a secas para un pez que nada tiene que ver con la ‘faneca’ comestible. La confusión tuvo su derivación en otro neologismo: ‘fanequera’, aplicado a la sandalia apta para meterse en el agua sin peligro de pisar una ‘faneca’. En A Coruña también inventan y allí se denominan ‘escarapotas’, porque así llaman al pez capaz de provocar un mal día de playa al pisar su aleta con pinchos. La lista resulta casi interminable, y en crecimiento, y abarca otras actividades, como la enseñanza: en Vigo, eludir el colegio es ‘colgar clase’, aunque más llamativo resulta todavía como modismo la confusión, 100% viguesa, en castellano y gallego, entre los verbos ‘ver’ y ‘mirar’. En Vigo es habitual escuchar que alguien ‘no mira nada’, cuando quiere decir que no ve, y lo contrario, ‘ver para adelante’, cuando en realidad trata de mirar hacia el futuro.

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