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Cómo ser emprendedor y no morir en el intento

“El término emprendedor está de moda. Sin embargo, emprender es algo muy complejo”

A pesar de la buena noticia de la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre de 2014,  España mantiene una tasa de desempleo general del 24,5% y cerca de 5,6 millones de personas sin trabajo. Mucho peor lo tienen nuestros jóvenes con una tasa de paro del 53,1%. 
No es de extrañar, por lo tanto, que la una parte importante de la generación de jóvenes mejor preparada de este país se haya visto obligada a hacer las maletas y emigrar. Los que optan por quedarse, y tienen la fortuna de conseguir un empleo, se contentan con trabajos mal pagados y con escasa estabilidad laboral. Unido a lo anterior surge el problema de la sobrecualificación, que supone aceptar un trabajo para el que el individuo tiene una formación muy superior a la exigida. La rentabilidad de la educación, el esfuerzo público y privado de años de estudio, no se ve recompensado con un empleo adecuado. 
Lo anterior no es algo nuevo. En un estudio que realizamos en 2007 un grupo de profesores de las tres universidades gallegas, publicado por la Agencia Gallega de Evaluación de la Calidad (ACSUG) dependiente de la Consellería de Cultura, Educación y Ordenación Universitaria, detectamos que la Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES) en Galicia empleaban, únicamente, al 13% de los universitarios. El resultado pone de manifiesto la incapacidad de una parte importante de nuestro tejido productivo por contratar a titulados universitarios, que son el colectivo que aporta mayor valor a la economía.
Este escenario provoca que cada vez sea más importante el análisis y, sobre todo, la aplicación de nuevas medidas para generar empleo. Las dificultades por encontrar un trabajo asalariado, han convertido al emprendimiento en una alternativa muy interesante para tener una ocupación.
El término emprendedor está de moda. Desde el ámbito público y privado se trata de potenciar esta salida laboral. Sin embargo, emprender es algo muy complejo. Ser emprendedor implica innovar, ser capaz de crear algo nuevo y, sobre todo, de diferenciarse del resto de competidores. 
Emprender no es fácil. Muchos de los emprendedores son jóvenes con escasos recursos económicos y sin experiencia en el mundo de la empresa, que necesitan un asesoramiento. 
El punto de partida para no morir en el intento es encontrar un modelo de negocio, una actividad, que sea económicamente rentable y se mantenga en el tiempo. Por lo tanto, antes de prestar un servicio o producir un bien, el emprendedor debe estudiar el comportamiento de la demanda, determinar el mercado al que se va a dirigir, conocer cuánto está dispuesto a pagar el usuario o consumidor y tener claro hasta qué punto el mercado encuentra  necesaria la actividad que va a realizar. Aquí no vale todo, y se hace imprescindible un estudio en profundidad de mercado. Hay que pararse a pensar y planificar.
La segunda cuestión a la que debe enfrentarse el emprendedor es la de construir el equipo ideal de personas que sea capaz de desarrollar el proyecto y conseguir los objetivos prefijados. Hay que contar con los mejores profesionales en cada una de las parcelas empresariales que se pretenden desarrollar. Resulta tarea casi imposible que una sola persona sea capaz de hacerlo todo y es inviable que las haga todas correctamente. Por eso hay que conocer el potencial de las personas que forman el equipo de trabajo, y si se carece de un determinado profesional, siempre puede externalizar alguna parte. Lo que no puede hacer es dejar las tareas que se necesita realizar sin cubrir o decir “bueno, ya veremos como solucionar esta deficiencia más tarde”. El mercado no suele perdonar este tipo de errores.
Tan importante como las dos primeras es saber vender el producto o servicio. No todas las personas saben vender, pero sin ventas no hay ingresos. Un emprendedor puede tener una idea fantástica, pero si no sabe venderla, todo queda limitado a un simple ejercicio teórico. Es necesario captar clientes, convencerles de la bondad de mi producto, pero no solo eso, hay que saber transmitir lo bueno que somos a todo el equipo de trabajo, a los posibles inversores y a los proveedores2, es más que probable que se naufrague en la experiencia emprendedora. 

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