Desilusión multitudinaria en O Casal

La expectación antes del encuentro en el campo moañés de O Casal era máxima, con el público preparado para la ocasión.
photo_camera La expectación antes del encuentro en el campo moañés de O Casal era máxima, con el público preparado para la ocasión.

La pantalla gigante instalada en el campo de Moaña no funcionó y las cerca de 300 personas que acudieron a ver el partido terminaron marchándose a casa

Nervios a flor de piel en Moaña, en la previa del España-Portugal que iniciaba el camino de La Roja en el Mundial 2018. El hijo pródigo de O Morrazo, el 'Príncipe de las Bateas', Iago Aspas, está en Rusia. Por primera vez, Moaña estaba representada en la mayor competición futbolística del planeta. Y eso había que celebrarlo.
¡Qué orgulloso estaría Iaguito de ver la que había montada en el campo de O Casal, en su Moaña natal! Nada más y nada menos que una pantalla gigante para seguir su debut en la ciudad caucásica de Sochi. Y nadie se lo quería perder. Estaban su hermano Jonathan, su primo Adrián Cruz, la peña Iago Aspas y sus queridos vecinos. Toda Moaña unida bajo un nombre y un apellido: Iago Aspas.
El runrún sobre quién sería el delantero titular de la selección española comenzaba media hora antes del partido. El tanque hispanobrasileño Diego Costa, el velocista Rodrigo Moreno o el versátil Iago Aspas, a quien además los números avalaban. La incertidumbre  se multiplicaba exponencialmente con la sustitución en el banquillo de Fernando Hierro por Julen Lopetegui. ¿Quién sería el elegido? Si la decisión se hubiese tomado en O Casal -y en muchas otras partes de España- no habría ni un atisbo de dudas. Pero no fue así, Hierro elegía a Diego Costa y, las más de 300 personas que se congregaban en el campo del Moaña para presenciar el estreno de Aspas se llevaban el primer jarro de agua fría de la tarde. Aunque no sería el único.
"Cuando era un niño ya se veía que tenía mucha técnica y voluntad. Si jugase en el Real Madrid o en el Barcelona sería el titular", comentaba Manuel Palmás, el descubridor del talento moañés y quien motivó  de pequeño a Aspas para que probase suerte en el Celta. "Fueron cuatro niños de aquí. No había equipo ni nada, entonces estos jugaban por el pueblo y los llevamos para que probasen. Lo de Iago ya se veía", añade Palmás. Se intuía un gran jugador, pero estar en un Mundial son palabras mayores.
A pocos minutos para el comienzo del encuentro todavía se estaba probando la pantalla. Y los nervios crecían. Cada vez quedaba menos y no había ni rastro del encuentro. Varias pantallas LED se unían formando una mayor que no funcionaba. Se empezaban a oír los murmullos, pero un televisor de pocas pulgadas que había en la cantina aliviaba a los oprimidos. Allí fue donde se pudo ver el primer gol de Portugal, de penalti, aunque muchos se lo perdieron, aún esperando por la pantalla gigante o mientras se marchaban para casa tras el fiasco del evento.
Había gente, había ganas, había ilusión, pero no había pantalla. Sentados en las sillas para presenciar el partido, los espectadores aguardaban ataviados para la ocasión. La mayoría con la camiseta actualizada de la selección española. Cómo no, con el 17 en la espalda. El 1-1 fue celebrado por la centena de personas que quedaba en el campo. Hasta que se dieron cuenta que el autor era Diego Costa. Sabían lo que suponía. Eso le restaría protagonismo a Iago.
 "Hay que empezar perdiendo para que metan rápido a Aspas", afirmaban en el público tras el penalty. Al final no fue hasta el minuto 76 y, aunque no se pudo ver en O Casal, Iago ya sabe lo que es jugar un Mundial.n
 

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