Fallece el abuelo de Galicia

Antonio Arenosa cerró 107 años de vivencias

Antonio Arenosa en su 107 cumpleaños arropado por su familia y la edil Rosa Carrera (a su lado).
photo_camera Antonio Arenosa en su 107 cumpleaños arropado por su familia y la edil Rosa Carrera (a su lado).

Su fallecimiento tenía lugar ayer en la Residencia de Ponteareas

Antonio Arenosa Rodríguez era vigués de nacimiento y ponteareano de corazón. Y fué  en Ponteareas, en la Residencia de la tercera edad Santa Ana, en la que vivió los últimos años de su vida, desde su inauguración en 1986 y donde ayer le sobrevino la muerte a los 107 años de edad. Hoy sábado, sus restos mortales volverán a Vigo, tras la misa funeral (16,30 horas), en la iglesia parroquia de San Miguel, acto religioso en el que los ponteareanos le darán su último adiós. Luego, Antonio Arenosa, el hombre más longevo de Galicia según los registros, reposará por toda la eternidad en el cementerio vigués de Santa Eulalia de Alcabre.
     Arenosa, socialista de pro y viejo luchador del gremio del metal vigués en sus años jóvenes, un hombre hecho a sí mismo, intelectual, gran lector y magnífico conversador, contrajo matrimonio tres veces y las tres enviudó. Tuvo una única hija, que también perdió al igual que su único nieto.  
   Nacido el 20 de noviembre de 1906, vivió dos guerras mundiales y la Guerra Civil española. Y fue espectador de excepción -como él mismo contaba-, del llamado Alzamiento Nacional en la Puerta del Sol de Vigo cuando entraron las tropas rebeldes del general Franco. También contaba que no lo tuvo fácil en la vida. Que la postguerra y el hambre fueron traumáticas. Que trabajó duramente. Y que seguramente por eso, al cumplir cien años le empezaron a doler los huesos. Un mal que compartía con el insomnio pertinaz que padecía y que delataba la luz encendida, noche tras noche, en la ventana de su habitación. Horas interminables en blanco, que dedicaba a la lectura y a escribir pensamientos y poesías. Y es que el venerable 'muchacho centenario', mantuvo hasta el último momento su lucidez. Y podía vérsele por las mañanas - con su sempiterna gorra-, dando un largo paseo, primero de diez kilómetros, después de menos y en los últimos meses ayudado por una silla de ruedas para ir a comprar fruta. Ayer, exaló su último suspiro acompañado por Rosa Carrera, edil de Servicios Sociales y personal de la Residencia que le cuidaba. Carrera manifestaba a este diario su tristeza por el fallecimiento de Antonio y en nombre del grupo de gobierno expresaba sus condolencias a la familia.n

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