Dos viguesas logran justicia diez años después de sufrir abusos
El Supremo ha puesto fin al periplo judicial del caso, iniciado cuando ambas eran menores, confirmando la condena de 10 años para el pederasta octogenario
Fue entre 2015 y 2016 cuando un vidente jubilado de Vigo abusó primero de una menor y luego también de su amiga cuando ambas tenían 12 y 13 años. El hombre había conocido a la madre de una de ellas y a través de esa amistad llegó hasta la niña, a la que engañó con la excusa de que podía ayudarla a ser modelo. De esta forma le pedía fotos que después fueron más allá, a cambio le daba dinero, le hacía favores... Para la menor era como un abuelo, la llevaba al colegio o la recogía de clases en coche, algo que después hizo también con su amiga, a la que dijo que enseñaría a conducir. Se mostraba con ellas como un amigo en el que podían confiar al margen de sus madres, que desconocían lo que en realidad estaba pasando.
Una década después, el Tribunal Supremo ha zanjado un largo periplo judicial confirmado la pena de diez años de prisión para el pederasta, de ahora 80 años y ratificando la verismilitud del relato denunciado por la madre de una de ellas.
El alto tribunal desestima el último cartucho de este hombre, que fue condenado por la Audiencia primero y en 2022 por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, tras un juicio que tuvo que volver a celebrarse. En el primero, cuatro años después de los hechos, el acusado quedó absuelto, pero una apelación obligó a repetir la vista ya que "había elementos probatorios que no habían sido considerados en toda su extensión" en la resolución, entre ellos la transcripción de la conversación por WhatsApp entre el acusado y una de las menores, las declaraciones de aquella y el informe psicosocial sobre la credibilidad de las dos niñas.
Tras volver a juicio, la Audiencia esta vez dictó una sentencia de culpabilidad que fue ratificada posteriormente y que ahora en julio de 2025 ha sido corroborada de forma definitiva.
El hombre defendía que todo era mentira, que era una venganza porque la madre de una de las denunciantes había sido su “amante” y había dejado de pagar sus gastos, pero, según el tribunal, esa versión se cae por su propio peso, porque fue la denuncia lo que rompió la relación, no antes y porque la segunda víctima no tenía ninguna vinculación previa con él.
Así, la sentencia confirmada le impone 9 años y cuatro meses de prisión por dos delitos continuados de abusos sexuales sobre menor de 16 años y un año más por tenencia ilícita de armas, ya que en la oficina el acusado tenía un bastón metálico con mecanismo de disparo en su interior, un ‘bastón pistola’, así como 34 cartuchos de calibre 9mm, aptos para ser disparados por dicha arma.
El tribunal le aplica la atenuante simple de dilaciones indebidas, porque la tramitación de la causa se prolongó durante algo más de cuatro años, transcurriendo otro año y seis meses desde que se dictó la primera sentencia en 2019 hasta el nuevo juicio en febrero de 2021. No lo hace de forma cualificada, lo que rebajaría la condena impuesta, ya que para aplicarla, incide la resolución, la tramitación tendría que haberse prolongado como mínimo ocho años.
El proceso, para las víctimas, ha sido especialmente largo y han tardado una década, desde que sufrieron los abusos, en conseguir una condena definitiva.
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