"Vigo es perfecta como escenario para una novela, está llena de guiños para la ficción"
PEDRO CRENES CASTRO Ganador del Premio Nacional de Literatura de Panamá
n n n Pedro Crenes es una de las grandes revelaciones de las letras centroamericanas y ganador de dos de las premios más prestigiosos de Panamá, el Ricardo Miró en sus categorías de cuento (2017) y novela de este año con "Crónicas del Solar". Desde hace varios años, este creador de mundos vive en Vigo, ciudad de la que se siente parte y en la que está casado con una viguesa. Desde este lado del Atlántico mantiene el cordón umbilical con su Panamá natal, donde colabora con algunos de los principales medios de comunicación, imparte talleres de escritura y planea sus próximas novelas, entre las que incluye una novela y un cuento ambientados en Vigo.
¿Qué hace un escritor panameño en Vigo?
Recalé en Madrid por vía paterna, hace casi 29 años, y en ese ir y venir madrileño conocí a una viguesa que me enamoró para siempre. Decidimos volver a su tierra y aquí estoy, viviendo una vida con vistas al Atlántico y más cerca de Panamá que desde Madrid, aunque solo sea unos pocos kilómetros.
En dos años ha logrado ser reconocido en Panamá con el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en cuento y en novela, ¿se considera un nuevo valor de la literatura de su país?
No me considero un nuevo valor. Llevo más de veinte años escribiendo, creciendo en este oficio, caminando por mis historias. Ya había publicado “El boxeador catequista” y “Microndo” con cierta buena acogida en Panamá y España, lo que me ha valido ser antologado en distintos países. Estos dos premios Miró, en cuento (2017) y ahora en novela, tienen para mí un poco de confirmación y ánimo para seguir trabajando: son el estímulo a una carrera que viene de lejos.
La novela ganadora, "Crónicas del solar", se desarrolla en un barrio de Panamá, ¿vivir a miles de kilómetros de esos escenarios le dan una perspectiva diferente de su ciudad y sus gentes?
Definitivamente sí. Tener perspectiva cura de localismos paralizantes. Además en ese barrio popular, en Calidonia, me crié. Desde el balcón de la casa de mi abuela (vivíamos con ella y mi madre) pude mirar el mundo y desear para mi otra vida que he podido escribir en “Crónicas del solar”. Me veo y los veo con la distancia que puede transformar el barrio en cualquier barrio del mundo.
¿Qué le impulsa a escribir?
Saldar deudas, exorcizar viejas tristezas, provocar ciertas alegrías. Escribir me obliga a mirarme en el espejo de los otros, me sienta en la silla de los demás, me pone sus zapatos. Siente uno las voces de los personajes mientras habita sus historias. Es para mí la única manera que conozco para ponerme en lugar de Dios y constatar que uno definitivamente es bastante injusto y que muy poco puede hacer por nadie más que darle voz, dejarle existir, ser.
"Microndo", es una recopilación de microrrelatos, ¿qué es lo que le seduce de este género?
Me gusta del microrrelato lo fugaz de su existencia. Son como los fenómenos astronómicos: uno los ve a simple vista y se impresiona de la cantidad de energía y fuerzas implicadas en él. Entonces uno vuelve a recordarlo, investiga sobre él, sigue con esa imagen frágil de lo que vio pero no puede dejar de recordarlo. Tengo buenos amigos que los detestan, pero nunca llega la sangre al río: el género es tan fugaz que cuando quieres cantarles las cuarenta ya se ha terminado el microrrelato.
Usted vive en Vigo desde hace algún tiempo ¿ya le pasó por la cabeza que sea escenario de alguna de sus obras?
Sí, estoy trabajando en un cuento y una novela corta. En Panamá tenemos una alta presencia de gallegos y ya había uno colado en mi conciencia de escritor antes de saber que viviría aquí. Esta es una ciudad perfecta como escenario, llena de guiños para la ficción. Será inevitable no ver pasear por aquí a más de un personaje.
Además de escribir, imparte talleres de novela, cuento y microrrelatos ¿se puede enseñar a escribir?
Escribir es un oficio, así que se puede enseñar a escribir. Es absurdo creer que no porque se puede enseñar a tocar el piano, a pintar, a dirigir películas. Lo que no se puede enseñar es el talento. Estoy convencido de que un talento escritor sin oficio no sirve de nada y que el oficio con trabajo puede conseguir domar el arte de escribir. En “Párrafos. Talleres de escritura”, enseñamos a nuestros alumnos a perder el miedo a aprender a escribir, a concentrarse en el trabajo y a desarrollar una conciencia de escribir que les lleve a concretar poco a poco esas historias que quieren contar.
¿Qué lugar ocupa la lectura en la formación de un escritor?
Aquí echo mano de lo que decía Borges: “He dedicado una parte de mi vida a las letras, y creo que una forma de felicidad es la lectura; otra forma de felicidad menor es la creación poética, o lo que llamamos creación, que es una mezcla de olvido y recuerdo de lo que hemos leído”. Sin leer no se puede escribir, es una forma de felicidad. Aquellos que por su afán de ser escritores renuncian a todo, incluso a la lectura, no les queda más que una existencia bastante gris y una muy mala literatura. Leer es el alma del escritor, es su escuela, su espejo.
Si tuviera que escoger un libro ¿cuál escogería?
Me gusta la Biblia, que es una biblioteca tan diversa en fondo y forma que generaría, en una hipotética isla desierta, más literatura. Luego me llevaría, para seguir en esta entrada y salida aun libro infinito, “Rayuela” de Julio Cortázar: un libro con música y poesía que me tendría entretenido. En cada lectura, hay un nuevo libro. n
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