Vigo aún sufre los efectos del basurero
Más de diez años después de que el antiguo vertedero fuera sellado definitivamente, algunas parroquias siguen recibiendo restos de aguas altamente contaminadas, que se filtran entre la basura que está enterrada
Más de diez años después del sellado del antiguo vertedero de O Zondal, en Valladares, algunas parroquias de la ciudad todavía siguen sufriendo sus consecuencias. Y es que, a pesar de que la zona es ahora un prado verde y limpio, lleno de hierba, lo cierto es que en su interior se acumulan más de veinte años de basura, con residuos que siguen fermentando y dejándose notar una década después.
De ese modo, vecinos del barrio de O Freixo, en Valadares, que fueron de los principales afectados por el antiguo basurero, reconocieron que las parroquias de Coruxo, Matamá o Fragoselo siguen recibiendo hoy en día los restos de lo que en su día fue el vertedero municipal de Vigo.
Y es que distintas zonas de estos barrios siguen recibiendo, de forma más o menos continua, restos de agua que aún están altamente contaminados, ya que es agua que se filtra de los residuos que aún están enterrados. Esa agua destaca por su elevada toxicidad, estropeando los cultivos y los árboles con los que se va encontrando a su paso.
Se calcula que en total aún existen 150 toneladas de basura orgánica depositadas bajo tierra, y que poco a poco van saliendo al exterior. Uno de los ejemplos más claros son las chimeneas que todavía se pueden ver en lo alto del monte, por las que de forma progresiva se van liberando los gases que se producen por los restos de los residuos.
Asimismo, teniendo en cuenta todo el proceso de fermentación y de descomposición que sufren los desperdicios depositados en el interior de Valadares, tanto las filtraciones de agua que llenan los campos como las emisiones que se emiten a la atmósfera, tardarán bastante tiempo en desaparecer completamente, lo que supone un grave riesgo ecológico.
En lo que respecta a la ciudad, nunca se tuvo demasiado en cuenta el daño que este basurero le infligía, y, por ejemplo, sólo se impermeabilizó la segunda fase del vertedero, que aproximadamente acogía una quinta parte de la basura total. Además, el sellado en el grueso del basurero se limitó a cubrir su parte superior con plástico, dejando las otras partes libres, lo que no supuso una solución verdadera y eficaz, y los vecinos de la zona, que convivieron durante más de veinte años con el problema, aseguraron que al poco tiempo del sellado, la situación volvía a ser similar a la de un principio.
Como consecuencia, los acuíferos del entorno, sobre todo en las parroquias antes mencionadas, se encuentran todavía contaminados, doce años después. La basura tarda en desaparecer, y la naturaleza está pagando las consecuencias.
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