Vida Digna reparte 350 bolsas todas las semanas

MEDIDAS CONTRA LA CRISIS

Los fines de semana entregan fiambreras con comida caliente a un centenar de familias y atienden a 160 personas sin hogar

marisol oliva. vigo

Publicado: 19 jul 2020 - 01:46

El equipo de voluntarios de Vida Digna reparte bolsas de alimentos todos los lunes por la mañana.
El equipo de voluntarios de Vida Digna reparte bolsas de alimentos todos los lunes por la mañana.

En el comedor de Vida Digna están de reformas y hasta la semana que viene "no podremos abrir". Mientras, siguen repartiendo fiambreras que llegan a entre 80 y un centenar de unidades familiares. Además, y como ya es habitual todos los lunes se repiten las colas de personas que necesitan de las bolsas de alimentos que reparten para poder comer, aunque el responsable de esta ONG reconoce que "ha disminuido el número de solicitantes", aunque no por ello han logrado bajar de las 350 familias semanales. En total, a lo largo de todo el mes por sus instalaciones pasan 1.600 familias que dependen de las bolsas de alimentos que allí reparten para por subsistir. Con este bolsa “no pretendemos llenar el frigorífico, simplemente ayudarles a poner comida en la mesa”, explicaba Ricardo Misa.

Además, Vida Digna también da apoyo a unas 160 personas sin hogar que reciben alimentación y ropa. En el caso de este colectivo les entregan bolsas con “comida que no necesita cocina, como es el caso de los bocadillo, cuando tenemos y hay posibilidad de incluirlos en la bolsa, leche, bocatas, latas de conserva de apertura fácil, fruta fresca y en almíbar y algo de galletas y pastelería que nos dona una de las mejores cadenas de establecimientos de este tipo de la ciudad”, explican. En total, por sus instalaciones pasan anualmente unas 2.600 familias, lo que supone cerca de seis mil personas al año que necesitan apoyo para sobrevivir. Y es que como asegura Misa “la pobreza se ha cronificado en algunos sectores de la población, como los mayores de cincuenta que fueron arrojados del mercado laboral, y siguen sumándose colectivos que como los inmigrantes o los trabajadores que no llegan a fin de mes".

Como complemento a la ayuda alimentaria, Vida Digna también cuenta con un ropero que permanece cerrado desde el mes de marzo y que esperan activar nuevamente en septiembre. Otro de los programas en el que están trabajando es el de apoyo escolar, que deberá estar listo antes de que empiecen las clases. Una ayuda de la que se benefician 350 familias con hijos en edad escolar.

"Al comedor vienen personas que nunca habían venido antes"

En los comedores sociales de la Misión del Silencio y de la Esperanza, de las Hermanas de la Caridad, las puertas se mantienen abiertas desde el inicio de la pandemia, aunque las cosas han cambiado mucho desde entonces. Así, cuando hace apenas unas semanas servían unos 600 menús que eran repartidos a las personas necesitadas de toda la ciudad, hoy en día el número de usuarios ha descendido drásticamente. Los que siguen acudiendo a estas instituciones religiosas son, en el caso del comedor del Berbés, personas que ya lo hacían con anterioridad al confinamiento. Una situación muy diferente se vive en la Misión del Silencio, donde la hermana Guadalupe asegura que "están viniendo personas que no habíamos visto antes. Son familias enteras que se nota que hasta hace poco debían vivir de sus trabajos y que ahora no tienen para comer. Sentimos que hay una situación de miseria y que todavía no hemos llegado al pico". Pero eso sí, con todas las medidas de precaución que han sido posibles para evitar contagios. Por este motivo, desde marzo no se sirve presencialmente y se entregan bolsas con bocadillos, galletas, fruta y algún producto lácteo. Además, se está introduciendo la modalidad de cita previa, para evitar colas y posibles aglomeraciones que aumente las posibilidades de contagio. La posibilidad de reabrir las salas donde se servía la comida es remota, y en ningún caso será se prevé que sea este año. En total son algo más de trescientas personas que diariamente pasan por los dos comedores sociales “y que dependen de la comida que les entreguemos para poder comer”, explica la hermana Guadalupe, de las Misioneras del Silencio. La situación de estos colectivos es “muy complicada".

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