Vecinos de Martínez Garrido: "El barrio se cae literalmente a pedazos"
Alertan de multitud de desperfectos en las infraestructuras de la zona e inseguridad; muchos ya han dedicido vender sus viviendas y mudarse a otra parte de la ciudad
Vecinos de la calle Rivera Atienza y los aledaños de Martínez Garrido han dicho basta. Aseguran sentir abandono tanto por parte de la Xunta como por el Concello, sin infraestructuras adecuadas, calles sucias y en mal estado y edificios que revisten graves humedades, incluso en los hogares de protección oficial de Rivera Atienza aportados por el organismo autonómico en 1994. Más de 30 años después, sus condiciones y mantenimiento no es “la adecuada”. Esto está provocando que varios vecinos, sobre todo los de mayor edad, estén poniendo sus viviendas y pisos a la venta para mudarse a otra parte de la ciudad. La inseguridad también es latente, con politoxicómacos consumiendo a plena luz del día y varios robos por la noche.
“Hay mucho tránsito de personas drogodependientes en la calle Ceboleira. Eso genera inseguridad, no puedes pasear en ciertos lugares a según qué horas”, apuntó una vecina de la zona, quien asegura que la delincuencia se encuentra “por todos lados” y culpa a la Policía de no estar presente en la zona: “Hace ya mucho que no veo a un Policía o a un barrendero por aquí. Ni siquiera la Policía Autonómica (ahora trasladada a la Cidade da Xustiza) hacía algo cuando estaba”. A la inseguridad, le suman las malas condiciones que tienen las acercas, escaleras y pasos de peatones, que obliga a los vecinos de menor movilidad a realizar un rodeo y no utilizar esas infraestructuras.
Los vecinos culpan de ello al Concello y la Xunta. Sienten que se lavan las manos en ese lugar. Del gobierno Local reclaman más limpieza del barrio, lleno de excrementos de palomas y basura, y solucionar las filtraciones de aguas fecales que suceden en algunos de los garajes. Las humedades en diferentes espacios de la ciudad también es otra de las preocupaciones que señalan y esperan que no tenga que suceder una desgracia para que alguien se ponga manos a la obra: “Está todo podrido. Hay techos y plaquetas mal sujetadas que, como se despegue una, puede matar a alguien”.
En cuanto a la Xunta, demanda que los pisos de protección oficial han sido entregados sin las condiciones óptimas de habitabilidad y que, 30 años después, las deficiencias son palpables. En total fueron 370 viviendas en la calle Rivera Atienza, que ya fueron entregadas “con el parqué dañado”. Los defectos en la construcción hizo que se la comunidad de vecinos denunciase al Insituto Galego de Vivienda e Solo (IGVS) al entender que las deficiencias eran derivadas de una construcción pobre. El juzgado les dio la razón en 2007, obligando a pagar casi medio millón de euros para mejoras en la infraestructura. “Tan solo hicieron algún trabajo de pintura y poco más. Aquí nadie vino a arreglar ni a preguntar por nada”, señaló. Y mientras, las deficiencias siguen presentes.
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