Una unidad de la Policía Local de Vigo evita un millar de denuncias en los juzgados

“Hay conflictos vecinales durante años por razones insignificantes”, señalan los agentes de la Unidad de Relaciones Ciudadanas

La concejala de Seguridad, Patirica Rodríguez, y el jefe de la Policía Local, Alberto Carballo, con los agentes de la unidad Guillermo Prado y Rosaura Reza.
La concejala de Seguridad, Patirica Rodríguez, y el jefe de la Policía Local, Alberto Carballo, con los agentes de la unidad Guillermo Prado y Rosaura Reza.

La Unidad de Relaciones Ciudadanas de la Policía Local aborda cada día la tarea de tratar de mediar en conflictos vecinales y personales a través del diálogo y el sentido común. La intervención directa de sus tres agentes logra evitar que aproximadamente un millar de denuncias lleguen a los juzgados cada año, reduciendo su carga administrativa y generando un impacto positivo en la vida de ciudadanos mejorando la convivencia. “El papel de mediación de la Policía Local es de enorme éxito, muchos de esos problemas se resuelven en esa mediación”, asegura el alcalde Abel Caballero.

Atienden desde conflictos de convivencia hasta situaciones mucho más complejas relacionadas con la salud mental y las condiciones de vida de personas vulnerables. “En nuestro trabajo nos encontramos a menudo con personas mayores que viven solas y necesitan ayuda o personas que padecen el síndrome de Diógenes. En colaboración con los servicios sociales, atendemos estos casos y, si es necesario, ellos inician un expediente”, comenta uno de los agentes.

La labor de la Unidad de Relaciones Ciudadanas tiene como objetivo evitar que los conflictos se enquisten y terminen en un proceso judicial. Con frecuencia, los agentes se enfrentan a situaciones que, pese a ser aparentemente triviales, han provocado profundas enemistades entre vecinos. “A veces, hablando con las dos partes nos damos cuenta de que han estado peleados durante años por algo insignificante”, mencionan los agentes. En estos casos, la mediación suele ser efectiva en unas pocas semanas, logrando la reconciliación entre las partes. En palabras de uno de los agentes, “la idea es que si algo se puede resolver sin saturar los juzgados, lo intentemos primero”. Para ellos, su trabajo no se trata de ganar o perder, sino de que ambas partes cedan un poco y encuentren una solución.

Sin embargo, no todos los conflictos tienen una solución rápida. Algunos, por ejemplo los relacionados con problemas de salud mental, requieren un seguimiento prolongado, incluso durante años. “Uno de los compañeros se ha involucrado tanto que ayuda a un joven a conseguir su medicación y se la lleva a casa, como si fuera un miembro más de la familia”, destaca un miembro de la unidad.

La relación que los agentes logran establecer con las personas a las que ayudan es clave para la resolución de los conflictos. Según relatan, al principio, muchos ciudadanos sienten desconfianza al ver el uniforme de la policía, pero con el tiempo aprenden a ver a los agentes como una fuente de apoyo en momentos difíciles. “Nuestra principal herramienta es ganar la confianza de las personas; cuando tienen confianza en nosotros, se abren y nos cuentan sus problemas, lo que nos permite ayudarlos o hacer de puente con otras instituciones”.

Trabajar en un área donde los casos tocan de cerca la vida personal de las personas requiere, como señalan los mismos agentes, un apoyo emocional constante entre compañeros. “Nosotros siempre hablamos que entre nosotros tenemos que sanarnos porque son demasiadas experiencias con personas que al final te influyen en tu vida”, explica uno de los agentes.

Un trabajo “muy gratificante” con una alta tasa de éxito

A través de este trabajo, los agentes abordan todo tipo de situaciones y prestan muchas formas de ayuda a los ciudadanos. Entre las muchas historias que recogen, destacan la de un ciudadano de origen rumano y de avanzada edad que vivía en situación de vulnerabilidad en Vigo, al que ayudaron a cumplir su deseo de regresar a su país en la última etapa de su vida. Para ello fue necesario desplazarlo a Bilbao para realizar su pasaporte, regresar a Vigo y organizar el viaje.

También ayudaron a una mujer mayor de 65 años que cuidaba de su madre, con la cual tuvo a lo largo de toda su vida una relación conflictiva y de maltrato psicológico. Los agentes consiguieron convencer a la madre, de avanzada edad, para que se internara en un centro para mayores, donde acuden a visitarla regularmente, mientras que su hija pudo pasar a vivir su vida con independencia. Los agentes destacan el carácter humano de su trabajo, donde en cada caso pueden ver el impacto directo de su intervención, lo que lo hace “muy gratificante” y con una alta tasa de éxito.

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