A Raposeira abre para la ciudadanía
El pazo de Sárdoma, de titularidad municipal, abrió sus puertas tras la rehabilitación y como espacio de uso ciudadano. Albergará actividad institucional así como de colectivos sociales y vecinales
A Raposeira ya es de los vigueses. Un año y medio después de la entrega simbólica de las llaves del pazo, las instalaciones abrieron sus puertas como una dotación destinada al uso de la ciudadanía. “Aquellos años en que no se abrían los edificios a la ciudadanía se acabaron”, afirmó el alcalde Abel Caballero, con motivo de la inauguración oficial.
La construcción de 1604 llevaba diez años deshabitado a la espera de la cesión total al Concello y ahora muestra una nueva imagen. Las obras, a cargo de la constructora Abal, contaron con un presupuesto de 1,85 millones de euros, con 1,5 millones de euros aportados por el Gobierno de España a base de fondos europeos y se prolongaron durante diez meses.
El interior se dispone en diez salas más el espacio de la antigua capilla. La incorporación de los nuevos materiales busca armonizar con las estructuras originales, así conserva el arranque de la escalera pétrea que comunicaba la bodega con la cocina, el lagar o los bebederos de los pájaros en una de las galerías, antes balconada al jardín.
La estancia noble se encuentra en la torre, a la que se accede por la antigua puerta de los calabozos. Allí, reproduciendo el esqueleto original de vigas de madera, se sitúa una gran mesa de reuniones, donde Caballero ya anunció la celebración de juntas de gobierno. “Pero también se podrá usar por colectivos de la ciudad para encuentros y reuniones”, añadió.
En la primera planta, cuatro salas se destinarán a la utilización por parte de la asociación de vecinos de Sárdoma, en otras tres salas se instalarán zonas de estudio, informática y otros usos. En la segunda planta se instalará una oficina municipal de empleo y orientación laboral con salas para usos múltiples.
La recuperación de los espacios exteriores, disponible para programaciones, llama la atención, sensación potenciada por la iluminación. Se conservaron árboles, se adecentaron los jardines francés e inglés y se restauró el hórreo de 1812 con seis pies.
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