Aquellos otros primeros de mayo en Vigo

Episodios vigueses

El 1º de Mayo no era solamente una fiesta para las reivindicaciones de los trabajadores, era la fiesta de la lucha por la libertad, por la democracia

Aquellas masivas manifestaciones del primero de mayo ya en democracia.
Aquellas masivas manifestaciones del primero de mayo ya en democracia.

A quienes vivimos otros primeros de mayo en Vigo, en estas fechas se nos encienden los recuerdos de otros días y de otros hombres y mujeres que ya no están, pero cuya decisión y valentía permanecen entre nosotros. Más de medio siglo después de aquellos episodios, si me preguntan qué sentimiento albergo al evocarlos, serán emoción, agradecimiento y respeto. El 1º de Mayo no era solamente una fiesta para las reivindicaciones de los trabajadores, era la fiesta de la lucha por la libertad, por la democracia. Por eso, la esperábamos todos, con emoción, casi ritual. Los periodistas que cubríamos estos eventos nos repartíamos las zonas y luego intercambiábamos la información. El movimiento obrero vigués se echaba a la calle, donde lo esperaban las unidades antidisturbios. Los trabajadores se manifestaban a pecho descubierto, pero con calculada eficacia. Era un día emocionante, lleno de emociones y riesgos. Después de la jornada, a media tarde, nos reuníamos con los sindicatos y las fuerza convocantes en un lugar de confianza para el recuento y el repaso de incidentes. Francamente, al ver la primera fila de las manifestaciones de ahora, con sujetos que no han trabajado en la vida, que no estuvieron ellos o quienes los representaban en aquellos primeros de mayo de verdad, siento un asco profundo, visceral, definitivo.

Cuando el 1º de mayo pasó a ser una fiesta autorizada, recuerdo que, entonces, en primera fila de las manifestaciones toleradas se colocaron, a codazos, personajes irrelevantes que nunca antes habían sido vistos antes tal día en la calle, o figurones de ocasión, dispuestos a salir en la foto. Los viejos luchadores que había dejado la piel en la lucha, quizá por vergüenza, en no pocos casos, se retiraron. Muchos de aquellos viejos luchadores del movimiento obrero vigués ya no están, pero los recordamos a todos, desde Fernando Monleón a Moncho, "el de rebarbeo" o el obrero más elegante e imperturbable que he conocido, el amigo Santos, de Unión Cristalera, que acudía a los saltos y manifestaciones impecable, de americana y corbata, como si acudiera a una boda. Y todos los demás. En otras ocasiones he recordado que Vigo les debe un monumento y una placa de recuerdo.

El primero de mayo de los tiempos de la resistencia se preparaba en Vigo con calculada estrategia. Los periodistas de confianza éramos citados en una taberna de la Travesía de Vigo que ya no existe –donde por cierto se comía barato y excelente-. Había dos tipos de acciones previstas: el salto general en un punto elegido y cambiante, que solía ser Las Traviesas o la Iglesia de los Picos en el Calvario, y acciones de distracción en otros puntos de la ciudad. A Vigo, se desplaza una compañía de la Reserva General de la Policía Armada de Valladolid, la unidad afincada en La Coruña y otras fuerzas de reserva. Además del despliegue de los Servicios de Información de la Guardia Civil. Nosotros estábamos al tanto porque se disponía de un rastreador de la frecuencia de la Policía y las telefonistas afiliadas a CC.OO. controlaban todos los teléfonos de la Comisaría y los servicios conexos.

Los trabajadores se manifestaban a pecho descubierto, con enorme valor, sabiendo que iban a ser violentamente reprimidos y, con el riesgo de ser detenidos, en la plaza de España, la Doblada, la Gran Vía, la Iglesia de los Picos, el cruce de Colón con Policarpo Sanz, o donde más evidente se hiciera su presencia. Lo más arriesgado eran las fotos. Otra alternativa era hacer una concentración en A Madroa, donde para disimular se jugaba un partido, interrumpido siempre por la Guardia Civil, realmente curioso, de cien contra cien, todos en el campo, y en medio, se leían los manifiestos. Era un día emocionante, donde se nos subía la adrenalina a todos. Bibiano Morón, cantante y obrero de sector naval, guardaba en mi despacho de Radio Popular una especie de zapatillas especialmente que se calzaba para correr más, cosa que él recuerda. Yo era corresponsal de Europa Press y mi crónica especialmente esperada para el servicio a la prensa nacional, ya que la versión de EFE, aunque el colega corresponsal la hiciera seria y profesional, siempre era recortada. Un policía de aquel tiempo me contó hace poco que me tenían por un “rojillo moderado” y que les preocupaba especialmente lo que transmitiera al servicio de Europa Press, que además distribuía mis crónicas a los más importantes periódicos del mundo. ¡Aquel sí que era el 1º de Mayo!

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