Aquella primera visita de Juan Carlos a Vigo, Citroën y la amnistía
Episodios vigueses
Mientras en Santiago, la visita tuvo un carácter más bien cultural e intelectual, la visita a Vigo tuvo una dimensión laboral
Nunca he vuelto a ver en mi vida el monte de El Castro abarrotado de público desde la cima a la base como aquel 26 de julio de 1976, en que Juan Carlos I y su esposa hicieron su primera visita a Vigo. Han pasado 48 años y la foto nunca se repitió. Yo seguí toda la visita desde el Ayuntamiento a Citroën, como periodista. Aquel día, con los episodios de 1972 todavía recientes, los obreros de aquella empresa corearon la necesidad de una amnistía con carácter específico y otra general, como luego vendría, y el reingreso de todos los trabajadores de las diversas empresas represaliados por los conflictos laborales de 1972. Existía muchos temores por lo que pudiera ocurrir en Citroën. Entre las escoltas de Juan Carlos, destacaba un brutal sujeto que empujaba a los obreros sin miramientos.
Mientras en Santiago, la visita tuvo un carácter más bien cultural e intelectual, la visita a Vigo tuvo una dimensión laboral, que sobresalía sobre un evidente poso político. En Citroën los trabajadores corearon “Juan Carlos, Sofía, queremos amnistía”. Antes de llegar a Vigo, los recientes reyes pasaran por Padrón, Pontevedra, Vilagarcía de Arousa y otras localidades donde el vecindario congregado les dio una multitudinaria bienvenida.
La jornada empezara en Vigo, en la explanada de la Consistorial, donde el alcalde Joaquín García Picher les dio la bienvenida. Las pintadas críticas que habían aparecido en Santiago y Vigo fueron borradas por los servicios municipales que montaron un resguardo permanente todo el día. Picher estuvo valiente y aparte de los problemas locales de la ciudad se refirió a los sentimientos del conjunto de los ciudadanos en la hora presente. Los periodistas del resto de España que siguieron el viaje del Rey, aludían en sus crónicas, con respecto al discurso de García Picher, a su referencia a que esperaba bajo el reinado de Juan Carlos “una patria próspera, unida y Justa, en la que los principios contenidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas sean aplicados en toda su amplitud con retroactividad, gracias a la generosidad que caracteriza a la realeza”. Juan Carlos se comprometió a trasladar al Gobierno las peticiones del alcalde en el ámbito de los estudios universitarios, las comunicaciones y otros. Los Reyes almorzaron en Castrelos y visitaron Citroën. Al terminar esta visita cruzaron la ría por mar para inaugurar la Casa del Mar de Cangas.
A la entrada de la factoría de la Zona Franca se había permitido colocar una gran pancarta autorizada, que sostenían los obreros despedidos en 1972, discretamente vigilados por un despliegue policial, que exigían su readmisión. Entre los miembros del Consejo de Administración que dio la bienvenida a los Reyes se encontraba el hasta días antes ministro de Justicia, Antonio Garrigues, Juan Carlos escuchó repetidamente los gritos de “Despedidos, readmisión”, “Amnistía laboral” y “Amnistía general”, en un clima tenso y una barrera de escoltas rodeándolo, junto con un despliegue de tiradores bien visibles en las partes altas de los edificios del complejo.
Los trabajadores gritaban “Que hable el Rey”. Como estaba previsto y preparado, un trabajador le entregó al rey de un documento expresivo de las reivindicaciones antes manifestadas y se produjo este diálogo: Juan Carlos dijo “Pondré mis cinco sentidos en atender vuestros problemas”, y al obrero destacado replicó en gallego: Maxestade, si vos poñedes os cinco sentidos, nos poñemos os dez por España”. Al Rey le entregaron un segundo documento del comité de empresa en el que se pedía “un puesto de trabajo digno para todos los trabajadores de nuestra provincia, para reducir la vergonzosa emigración que padecemos y poder sostener a nuestras familias en nuestra propia tierra”. Además, se pedían otras medidas a favor de los despedidos y que se recuperara el reconocimiento a todos los obreros que habían sido tratados como delincuentes políticos. El documento terminaba con estas: “Majestad, los trabajadores no somos ni una masa indisciplinada, ni un peligro social. Venimos ofreciendo a la sociedad una imagen de exigencia, de dureza en nuestras justas reivindicaciones, pero nunca protagonizamos el desorden, porque nos consideramos ciudadanos que hemos de contribuir al engrandecimiento de Galicia y de España. Pedimos, en justa correspondencia, el reconocimiento legal de las libertades políticas y sindicales, que nos permitan progresar con paso firme en el camino de la justicia social”.
Al día siguiente de la visita, el alcalde García Picher publicaba una nota de agradecimiento al pueblo de Vigo por el modo en que se había manifestado ante la visita de los Reyes.
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