Los prácticos de Vigo se refuerzan: tercera embarcación y más personal

Seguridad marítima en Vigo

Los profesionales que ayudan a los buques a entrar y salir de la ría realizan más de 7.000 operaciones al año

Publicado: 12 may 2025 - 06:00 Actualizado: 12 may 2025 - 10:37

Antía, Gerardo y Rubén posan tras realizar una labor de practicaje en la Ría de Vigo, con la embarcación de fondo.
Antía, Gerardo y Rubén posan tras realizar una labor de practicaje en la Ría de Vigo, con la embarcación de fondo. | Nikolás Bernabeu

La corporación Prácticos de Vigo aumenta su familia con una nueva embarcación para sus labores de asesoramiento náutico en el Puerto. Se trata de una lancha, más moderna que las anteriores, que actualmente está en proceso de construcción en un astillero de Catoira para pulir los últimos detalles. Según el capitán, Gerardo Martínez, estará disponible en el mes de septiembre y se sumará a las dos embarcaciones con las que hasta ahora cuentan. La incorporación de esta lancha, de aproximadamente 14 metros de eslora, no relegará a ninguna de las ya disponibles al ostracismo, pese a que ya cuenten con entre 10 y 20 años de antigüedad. Su vida útil va más allá. La razón por la cual se ha incorporado esta lancha es para dar un paso más en la seguridad de sus actuaciones, un pilar básico en el practicaje. De hecho, las recomendaciones apuntan a que, con el volumen del tráfico marítimo de Vigo, cuenten con dos embarcaciones. Ahora, tendrán una más que lo recomendado.

No será la única incorporación que se plantea el servicio de ayuda para la entrada y salidas de buques y cruceros del Puerto de Vigo. También sumará un nuevo práctico a su plantilla de 9 trabajadores. Se trata de Antía Rodríguez, una de las pocas mujeres en Europa en este mundo. Actualmente, desempeña sus labores en prácticas, pero la idea es que acabe formando parte de la plantilla de trabajadores más pronto que tarde.

La suma de más trabajadores como de material para su trabajo responde a una única premisa: garantizar un 100% de seguridad en la entrada y salida de cualquier tipo de embarcación de más de 500 toneladas en la Ría de Vigo. El primer contacto se realiza por radio, a través de la frecuencia 14 que llevan siempre sintonizada. “Hacemos más o menos veinte salidas diarias”, señaló el capitán Gerardo Martínez. Esto hace que se superen las 7.000 anualmente al estar disponibles los 365 días. En esas salidas, la lancha se desplaza con, al menos, dos tripulantes a bordo para acercarse a la embarcación en cuestión que se encuentre en la Ría de Vigo y se integran en el equipo para que las maniobras de acercamiento y atracar sean lo más seguras posible. A priori, tarea fácil gracias a las nuevas tecnologías en este ámbito y a la pericia de los capitanes de cruceros y buques, pero en condiciones especiales (mar bravo por alerta amarilla, mal cuidado de las infraestructuras o viento excesivo) la tarea se puede torcer mucho. “Somos un servicio de asesoramiento de los capitanes de barco para garantizar la entrada y salida segura. Peleamos por el control de nuestras instalaciones en Vigo, por la seguridad marítima y por la lucha contra la contaminación”, apuntó el capitán de los prácticos vigueses.

Martínez recalca la seguridad por encima de todo. Es el primer mandamiento de los prácticos y el motivo por el cual se levantan cada día. Si bien es cierto que la seguridad total es muy difícil de conseguir, hay que poner todos los medios técnicos, físicos y mentales para rozarla. Y el primer paso es la inspección de la embarcación a la que acceden: “El artículo 22 del reglamento general de practicaje dice que los prácticos somos los primeros en llegar a bordo y tenemos la obligación de realizar una primera inspección”. Si hay algo que no cuadra, premisa poco probable, pero que sucede en pequeñas ocasiones, como deficiencias muy visibles en el barco, tienen la obligación de informar de ello a la Capitanía Marítima. Asimismo, otras dificultades que los prácticos detectan es la falla en la organización de una embarcación, que se suele dar cuando la tripulación procede de diferentes países del mundo, con lenguas diversas.

Martínez, con más de 20 años de experiencia a sus espaldas, reconoce que la labor de seguridad en la Ría ha mejorado muchísimo, pese a que su trabajo sigue siendo fundamental: “Aunque suceda un error al año, eso puede crear una contaminación bestial en toda la ría”. Una de las mejoras las aprecia en los cruceros, con una regulación férrea en sus cuidados y en la seguridad. “Normalmente, suelen hacerte caso. Te presentas al capitán, le das unas indicaciones dependiendo de cómo esté el viento, la marea… Sus estándares de calidad están elevados al máximo, y siempre piden tener remolcadores, incluso cuando no hacen falta”, señaló Martínez.

Siempre en comunicación con los barcos que llegan a través de la radio que tienen instalada en sus dependencias y en la lancha, la coordinación es importante con cada barco que visita Vigo: “Recuerdo un barco que una vez tuvo una caída de planta en Sudáfrica, con el bloqueo del sistema, y otra en Brasil. Cuando llegaba a Vigo, ya nos dio toda la información dos días antes y hasta venían preocupados porque con la seguridad en el mar no se puede fallar”.

Los mapas, un elemento que no desaparece

En un mundo totalmente digitalizado para desempeñar labores productivas, los prácticos deben también moldear su actividad con las nuevas tecnologías en un mundo donde los mapas cobraron antaño mucho peso. Una de las mediciones que tienen que hacer a diario, a través de un ordenador, es la batimetría. Representa la profundidad y el relieve de las superficies subacuáticas. Con ello controlan que, para atracar en el muelle de trasatlánticos, no podría hacerlo una embarcación que tenga más casco hundido en el agua que metros de profundidad en ese instante. Una medición que fluctúa mucho, sobre todo con las mareas.

Pero, ¿qué sucede cuando lo digital se apaga? Se comprobó en el apagón masivo del 28 de abril. En sus instalaciones también cuentan con un mapa señalizado de toda la Ría de Vigo, donde se puede apreciar la batimetría de cada zona. Apuntado como se hacía antes, al estilo analógico. Para que un apagón no impida seguir prestando seguridad.

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