Piden prisión para 10 acusados de la estafa de Microsoft

La Cidade da Xustiza de Vigo, donde están los juzgados de Violencia.
La Cidade da Xustiza de Vigo, donde están los juzgados de Violencia.

Un total de diez personas se sentarán este mes en el banquillo de los acusados en Vigo para responder por un presunto delito de estafa. La Fiscalía les atribuye el formar parte de un entramado que pondría en marcha el conocido timo de Microsoft y pide para cada uno de los procesados una pena de tres años de cárcel y la devolución a las víctimas de una cantidad total de más de 60.000 euros.

Según el escrito de acusación, los acusados, durante octubre de 2019 y julio de 2020 participaron en un entramado qeu tenía como fin aparentar ser técnicos de Microsoft para conseguir que las víctimas les permitieran acceder a sus dispositivos, obteniendo así vía libre a sus cuentas bancarias y ordenando cargos a su favor.

El ‘modus operandi’ descrito por la Fiscalía señala que los miembros de este grupo contactaban telefónicamente con los perjudicados diciendo ser técnicos de Microsoft. Les alertaban de la existencia de una brecha de seguridad en el equipo y les instalaban un Malware que les permitía acceder a las cuentas y contraseñas guardadas en el equipo informático o el teléfono móvil. Haciendo uso de esas claves, ordenaban, sin consentimiento ni conocimiento de las víctimas, transferencias de saldo a otras cuentas o realizaban compras con cargo a las mismas. Para aumentar el saldo, incluso contrataban préstamos a su nombre.

Cuentas corrientes

Los acusados intervenían, dice el fiscal, obteniendo la disponibilidad del saldo: abriendo cuentas corrientes en las que recibían transferencias y que retiraban de forma inmediata para lo que se trasladaban a Madrid con los gastos abonados por la organización y ordenando transferencias a otras cuentas. Ellos, sostiene la acusación, obtenían directamente una comisión en la apertura de las cuentas y el viaje. En Vigo y su entorno, uno de los acusados actuaba como intermediario captador. Su papel consistía en encontrar personas dispuestas a abrir las cuentas y facilitar la disposición del dinero (mulas). De esta forma sustrajeron diversas cantidades a las víctimas, que iban desde los 900 a más de 8.000.

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