La pandemia cambió el perfil de los solicitantes de asilo en Vigo
Los grupos familiares latinos y ucranianos que llegaban en avión dieron paso a los varones subsaharianos que entran por mar
El Día Mundial de las Personas Refugiadas se conmemora este domingo, por lo que Accem, una de las ONG que trabajan en Vigo con este colectivo programó una serie de rutas por el Vigo migrante, en colaboración con Fundamar y Vigo Pesqueiro. “El objetivo es provocar empatía en la ciudadanía ante un fenómeno que está muy activo, desde la perspectiva de una ciudad de emigrantes se puede entender mejor a los que lo son ahora”, apunta Marta Martínez, que junto a su compañera Claudia Domínguez, acompañó al grupo. En los últimos cuatro años, Accem tramitó en Vigo más de 250 solicitudes de protección internacional entre personas que huyen de persecuciones o de conflictos bélicos en su país. La resolución del proceso varía según la nacionalidad, mientras la media suele estar en dos años, en el caso de los venezolanos se reduce a tres meses.
La pandemia también se dejó sentir en los flujos migratorios: Hasta 2020 el perfil dominante era un grupo familiar, sobre todo latino de venezolanos o colombianos, seguido por ucranianos, que entraban fundamentalmente por avión. Pero con el coronavirus este movimiento se frenó, en su lugar se situó el subsahariano, que se mantuvo y pasó a ser el mayoritario. Lo integran sobre todo hombres jóvenes, que viajan solos y por mar.
Desde Accem le ofrecen una atención integral, desde el acompañamiento social, el asesoramiento legal o la integración tanto laboral como comunitaria. De hecho ayer, organizaron una visita a los astilleros Cardama, uno de los centros que emplea a sus usuarios. Según los datos facilitados por la ONG, solo el 1% de las solicitudes se fallan positivamente, la mayoría se queda en situación irregular; tienen que pasar tres años viviendo en el país y presentar un contrato de trabajo para demostrar el arraigo social que fundamente el permiso de residencia. “Es importante dar visibilidad entre la ciudadanía y las administraciones del refugiado, pero también del solicitante de protección internacional, esa figura intermedia”, apunta Martínez, quien reconoce que con la pandemia visibilizaron casos ocultos que ahora quieren legalizar su situación: “Muchos no conocen los trámites que tienen que seguir”.
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