Aquellos dos paisanos que se enfrentaron en la guerra

Había una doble censura que ejercía el servicio de escucha del Gobierno Civil y la Delegación de Información y Turismo

Tregua en el frente de los dos personajes de esta historia.
Tregua en el frente de los dos personajes de esta historia.

Entre los recuerdos más queridos de mi etapa en la radio en Ourense y Vigo (1968-1976) hay un episodio especialmente notable, del que he hablado muchas veces incluso en conferencias y congresos. En aquel tiempo buscaba yo a personajes con historias que contar de contenido humano. Y por cierto, alguna vez tuve algún problema con la doble censura que ejercía el servicio de escucha del Gobierno Civil y la Delegación de Información y Turismo, según la época, pues estaba en vigor la Ley de Prensa de Fraga, de 1966, que parece inspirar a algunos para someter a los medios de un control que se parece mucho. Es sin duda, una de las historias más ejemplares y conmovedoras, especialmente destacable en estos tiempos en que algunos pretenden desenterrar fantasmas de la guerra civil y la dictadura que la siguió. En la radio sólo se podía dar información local y de deportes, pero no meterse en otras aventuras, salvo concursos y discos dedicados y esquelas.

Así conseguí reunir en un discreto café a los dos personajes que en la guerra del 1936 sirvieron en bandos distintos y estuvieron en los mismos frentes de batalla. El primero sirviera en la Legión, y el otro fuera miliciano de los de Líster, y ambos coincidieron en el frente de Madrid. Eran dos tipos humanos parecidos. Lo más curioso, emocionante, didáctico y ejemplar de esta historia, es que ninguno de ellos habló para nada de la guerra ni de su experiencia. Como dos viejetes amigos conversaron sobre sus achaques, sus familias, sus nietos y las cosas normales sin la menor referencia al pasado. Uno tenía la medalla de sufrimientos por la patria y el otro, también mutilado, no recibía, como los de Franco, compensación alguna. En este sentido, hay una anécdota terrible que le sucedió a un modesto limpiabotas de los que desempeñaban su trabajo en Vigo. Me la contó un compañero de “Faro de Vigo”. El personaje era un mutilado del bando republicano, muy hablador, que siempre procuraba entablar conversación con sus clientes. En una ocasión, mientras atendía a un cliente, que también estuviera en la guerra, con una terrible lesión física, el “rojo” le dijo amigablemente “usted y yo estamos iguales”, pues ambos estaban mutilados, a lo que el otro tipo replicó: “Usted es un maldito cojo y yo un caballero mutilado” (título que se otorgaba a los que sirvieron en el bando de Franco, además de una medalla especial)

Volviendo a la historia humana de mis dos personajes, ambos habían combatido en el frente de la Cuesta de las Perdices, en Madrid, de lo que existe una curiosa foto. En este punto, legionarios y milicianos establecieron una tregua entre ellos, de modo que la imagen se ve como los enemigos se ayudan para enterrar a sus muertos. Ahí estaban mis dos personajes. Como es sabido, los crímenes más execrables se cometieron en la retaguardia, porque en el frente prevalecía por encima de las ideas o las circunstancias la solidaridad de los combatientes. Al ver que aquel frente no se movía, el Gobierno de la República retiró a los milicianos y mandó en su lugar a las brigadas internacionales.

Yo quería que mis dos amigos hablaran de esto, pero ninguno de ellos lo hizo, porque la entrevista se alejó de la guerra y no pasó de ser una conversación entre dos personas mayores como otras cualesquiera. De suerte que tuve que buscar documentación para introducir el asunto y tuve la suerte que encontrarla abundante. Lamentablemente, al contrario que otros asuntos y entrevistas de aquel tiempo, extravié la cinta de la grabación, cosa que he lamentado toda la vida. La famosa foto aparece en un disco sobre la música militar española. Por cierto, que en este campo de batalla como refleja una famosa película de Berlanga, “La vaquilla”, los combatientes de los dos lados intercambiaban tabaco, vino y otras cosas de las que dispusieran.

Este episodio que cuento es el mismo que la famosa tregua de Navidad en 1914 entre los dos bandos, de lo que incluso se hizo una famosa película. A raíz de este reportaje, conocí a otros personajes a los que entrevisté ya para la prensa, de gallegos que sirvieran en la Segunda Guerra Mundial, tanto con el ejército soviético como en la División azul, en los barcos mercantes que transportaban el crudo para Europa desde Estados Unidos, en las tropas que liberaron París y otras experiencias, o supervivientes de los campos de concentración nazis, de alguno de los cuales ya he hablado aquí. Son testimonios de enorme valor humano. Pero ninguna de estas historias alcanza el carácter de aquella entrevista en la radio con mis dos combatientes, creo que a ninguno de ellos les gustaría, el modo en que se ha tratado en nuestros días el resurgir de aquella etapa de sus vidas, los relatos sesgados de la realidad que ellos vivieron y que en cierto modo activa aquel enfrentamiento. Al que sí que pude entrevistar extensamente, y cuyo original se halla en el Arquivo Sonoro de Galicia fue al general Líster, de lo que ya he hablado aquí, y a otros generales del bando contrario.

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