La noche viguesa: de la lucha de clases a la ‘movida’ electrónica
Ocio nocturno
Desde la música británica de los 60 hasta las largas rutas en coche en 2000, Vigo vivió muchos cambios cuando caía el sol
Vigo y la noche tuvieron muchos episodios. Locales que abren, se transforman en míticos y desaparecen, dejando un poso de tradición y misterio a las fechorías que se hacían cuando caía el sol. Una noche que no tiene que ver con la de ahora, pasando del clasicismo de los años 60 y 70, reservada a la élite, la explosión rebelde de la movida viguesa en los 80 y el auge de la música electrónica en los 90 y principios de los 2000.
Uno de los locales que sobrevivió a todo ello fue el Tony`s Club. Abrió sus puertas en el año 1962 y se convirtió en uno de los locales de moda para las grandes familias de la ciudad, que podían desde hacer reuniones sociales hasta encontrar ese espacio lejos del control de la época. “Había más libertinaje. El personaje que circulaba de noche tenía dinero, porque salir valía pasta y los chavales pensábamos en otra cosa”, admitió Charlie, hermano del dueño y luego ‘heredero’ del Tony ́s en los años 80: “Antes la gente iba a los casinos, con su corbata y los matrimonios querían un sitio sin estar en el protocolo y poder sentirse libres para desmadrarse”.
Ya con él al cargo, la noche cambió, aunque la música de los 60 siguió sonando hasta su cierre. “Era la mejor época para la música”, resaltó, rememorando aquella lucha de clases de esa época que poco a poco se fue perdiendo: “El negocio fue en los 60, había mucho contrabando y dinero que se gastaba en copas, pero era una noche social, donde veías a la tarde a gente con la amante, y horas después a venir con su mujer”. Incluso de realizarse largas partidas de poker en la parte de atrás, que finalizaban con los primeros rayos de sol del lunes.
Ya en los ochenta y noventa, se volvió un local de culto, cercano a escritores, artistas y cinéfilos para debates, aunque la juventud ya pedía paso. Hasta que llegaron los estudiantes Erasmus: “Hubo un momento que hasta tenía un chino allí, venían de todos los sitios y recomendados. En Suecia hablaban de un sitio en Vigo que se podía ir a tomar copas”. La crisis del 2008 no tumbó al Tony´s, sino que lo aupó aún más porque, según Charlie, “quien entraba allí, no quería salir. Pocos eran los que no les gustaba el sitio y era un mestizaje tan perfecto de jóvenes, matrimonios y gente mayor que si alguien venía con ganas de líos, se le echaba enseguida”.
Quien sí lo tumbó fue la pandemia. Con la reapertura, las medidas que tenían que ser adoptadas en cuanto a mascarilla y distancia de seguridad mató la esencia del local. “Ese no era sitio para eso, era para estar juntos, pasarlo bien, pero también se me juntó un problema de corazón y ya dije que me jubilaba, que no se abría más”, admitió Charlie, que sigue guardando en su cabeza anécdotas ya incluso plasmadas en un documental filmado por el vigués Rubén de Marina.
La ruta del ‘bakalao’
La movida viguesa fue corta pero intensa. Desde el 1978 al 1987 hubo una explosión cultural y musical liderada por el grupo Siniestro Total y con ‘garitos’ de moda como El Kremlin, El Manco de Lepanto o El Ruralex (hoy conocido como Radar). Su legado fugaz dio paso a los nuevos sonidos, llegados desde Alemania o Estados Unidos. La música electrónica se fue asentando en locales como el Vademecum, en Churruca. Víctor Flores apenas era un joven apasionado de esa nueva música cuando se plantó allí en 1995 para pinchar. “Julio Gómez (anterior dueño del Vademecum y ahora director del Sinsal) debió ver algo en mí, igual el morro que le eché y me dejó actuar”.
Sin saberlo estaban creando un germen de lo que luego continuó el Óxido en la Avenida de Madrid o del 7-4 en el Arenal. “Empezamos a meter 300 personas cada viernes, gente muy inquieta y que venía de la resaca de los 90 pero una época totalmente diferente a la Movida”. La música, no al alcance de todo el mundo, “teníamos que ir a Oporto o a Lisboa a buscarla, allí estaban mucho más avanzados que en España en electrónica”.
La noche comenzaba a la una de la madrugada a ritmo de chill-out, para acabar sobre las 14 horas después hacer una ruta en coche por varios locales de techno y house: “Antes no había tantos controles de alcoholemia y eran más permisivos con los horarios de cierre, aunque ya en el 2005 (año que se fue en busca de otros proyectos laborales) se veía ese agotamiento de la noche”. Una época que “no va a volver” con “miles y miles de portugueses y gente en la calle para disfrutar de la música”. Además, pese a la planificación de las salas de música por atraer djs de otros países (sobre todo Portugal) para darle algo de caché a la fiesta, “la sorpresa era que la gente te pedía a los residentes y los djs locales más que a los foráneos, eso ahora cambió mucho". La crisis del 2008 terminó por enterrar al Vademecum y a otros locales nocturnos. Y con ello se fue otra época dorada del ‘jolgorio’ vigués. “Existió un amago de resurgir en el 2012, pero los cambios de ocio en los jóvenes hizo que ahora cada vez haya menos discotecas en Vigo”, aseguró Flores.
La historia resumida de dos locales y su evolución junto a la sociedad viguesa, pero en la memoria quedan otros como el Planta Baixa, Sol, Vanitas, Código de Barras, Nova Olimpia, Las Grutas, Tom Jones o Piccolo. Para bailar agarrados o desmadrar cuando caía el sol.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
Lo último