Conseguir la noche más oscura
El edificio Redeiras acogió ayer una charla divulgativa sobre los efectos nocivos de la contaminación lumínica en la ciudad y sus posibles soluciones a corto plazo
Lograr que la noche sea lo más oscura posible, punto de partida para acabar con la contaminación lumínica y ganar en salud. Ayer se celebró en el edificio Redeiras de la Universidad de Vigo una charla donde se analizó los efectos adversos de este tipo de contaminación, más desconocida pero igualmente dañina tanto para seres humanos como para animales y la biodiversidad existente. Esta ponencia realizada por la viguesa Ana Ulla, doctora en astrofísica, se centró en mostrar a la sociedad aquellas afectaciones que tiene la luz, sobre todo por la noche, bajo el título de “Noite, luz e bioloxía. Qué sabemos e non sabemos da contaminación lumínica?”. Esta charla se enmarcó dentro de una jornada que albergó actividades de esta índole en más de 20 ciudades repartidas por España, con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente.
“Igual no nos parece relevante porque actúa de una forma muy sibilina, pero la luz de cualquier color o intensidad puede ser perjudicial para nosotros por la noche”, señaló Ulla. Un modo de que se deteriore la salud “poco conocida” pero que su daño ya se siente en todas las grandes ciudades y Vigo no es la excepción: “Solo hay que mirar las fotos de satélites para darte cuenta de que existe una contaminación lumínica y cuáles son los lugares más oscuros en el mundo. Por ejemplo, Australia o la parte central de África. Pero luego, en Estados Unidos está Nueva York, que es conocida como la ciudad que nunca duerme y presume de ello. Vigo tiene un problema, pero hay ciudades que lo tienen multiplicado por cien”.
Toda esta luz nocturna, que afecta más en Vigo a la zona centro que a las parroquias, puede derivar en un grave problema de salud. Pero antes, el cuerpo humano da ciertos avisos de que se ha estado expuesto a la contaminación lumínica. “El primer síntoma que nos debe de alarmar es el insomnio, aunque casi es el menor de los problemas que se pueden llegar a tener, porque luego vienen las enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad… Hay estudios que enlazan directamente cierto tipo de enfermedades con la contaminación lumínica”, apuntó.
Indicó que hay un pequeño porcentaje de seres vivos que pueden vivir con nocturnidad, pero el ser humano está programado para estar activo por el día y descansar por la noche: “Estamos sometidos a unos ciclos circadianos y se ajustan al orden que tienen los ciclos de la iluminación atmosférica. Por tanto, si se altera de forma acumulativa, se pueden producir circodisrupciones”. Sin embargo, su arreglo tiene fácil solución, ya que solo es necesaria voluntad y mucha concienciación en el usuario. “Tecnológicamente se puede conocer la intensidad de cada farola y controlarla. Es una contaminación de fácil arreglo y no es nada caro. Simplemente con alumbrar de una forma correcta, como se está haciendo en Francia, ya sería suficiente”, aseguró Ulla.
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