Nervios y abrazos en la vuelta al cole
Vuelta al cole
El calendario ajustado dejó sólo cinco días a los docentes para preparar el retorno a la rutina de las clases
El primer día de un nuevo curso es siempre el más caótico. Y en el CEIP Pintor Laxeiro ayer no fue una excepción. Su directora, Esther Fernández, abrió las puertas del centro a las 9 horas para dar la bienvenida más especial de todas: la de los alumnos que dan el siempre difícil paso de Infantil a Primaria. Desde entonces, y en intervalos de 15 minutos, se encargó de recibir al resto de cursos saludando a los niños, pasando lista y recordándoles las rutinas diarias junto a sus tutores y tutoras.
Todo ello en medio de la vorágine de nervios, gritos, sonrisas y abrazos tan típica de la vuelta al ‘cole’. Lejos de la conocida estampa de llantos y niños que no quieren volver a la rutina, tanto padres como hijos comentan en los aledaños del centro los nervios por el inicio del curso que provoca incluso que los más pequeños se despierten demasiado temprano. Es el caso, por ejemplo, de Luca, que ayer empezaba 1º de Primaria y, como contaban entre risas su madre, Luz, y su hermana, Sofía, “se despertó una hora antes de lo que tocaba y se volvió a dormir en otra cama”.
Al pequeño caos generado por la vuelta a la rutina escolar se añadió este año el hecho de que los docentes apenas contaron con cinco días para planificar la organización del curso: “Los profesores empezaron a trabajar el día 1 y algunos de ellos llegaron nuevos, por lo que fueron cinco días muy movidos confeccionando horarios, organizando las aulas y preparándolo todo para hoy”, explicaba Esther Fernández en un breve descanso de su ajetreado primer día de curso.
Volver a baremar
La bajada de ratios acordada por la Consellería de Educación y sindicatos evitó la eliminación de decenas de aulas (y, por consiguiente, de otros tantos puestos de trabajo) y provocó que colegios como el CEIP Pintor Laxeiro, con muy pocas plazas libres en todos los niveles educativos, tuvieran que volver a baremar (esto es, utilizar una serie de criterios objetivos para elaborar la lista de alumnos admitidos) a la hora de aceptar alumnado en Educación Infantil después de unos 5 años sin tener que hacerlo. “Aunque es una pena no poder aceptar a todos los que quieren plaza aquí, nos alegra ver que hay tantas familias que nos eligen”, explica su directora, Esther Fernández.
Esto también ayuda a que los centros que tienen menos alumnado –en especial, los de la periferia– acaben recibiendo a los que no pueden entrar en los que bareman y, por lo tanto, seguir conservando las aulas que ofertan cada año.
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