Los Montes de Coruxo recuperan el paisaje del Alto da Abilleira

En la última intervención del año, comuneros y voluntarios liberaron de especies invasoras el afloramiento natural rocoso

La lucha contra el eucalipto pasa por pelar la corteza hasta que seca sin nuevos retoños.
La lucha contra el eucalipto pasa por pelar la corteza hasta que seca sin nuevos retoños.

El Alto da Abilleira fue una de las zonas más afectadas por los incendios de 2017. Poblada de eucaliptos, el fuego provocó un resurgir de esta especie invasora y de la acacia negra. La Comunidad de Montes de Coruxo despidió el año con una última intervención en esta área, que culminó los trabajos iniciados por el convenio temporal firmado con la Xunta en respuesta a los grandes fuegos y reforzados con acciones de los comuneros.

Decidimos deixar o cumio despexado ao ser un lugar destacado con interese paixasístico e patrimonial, xa que inclúe petroglifos aínda non catalogados; as repoboacións de árbores autóctonas situámolas nas partes baixas, na ladeira e á beira do regato Abilleira”. Afonso Rodríguez, vicepresidente de la Comunidad de Montes, pone así en valor una colina que debe su nombre a la posible existencia de colmenas naturales, “aínda que agora as que crían son as velutinas, moi numerosas ao estar preto de zonas húmidas. A nosa principal arma contra elas é un depredador natural, as aves rapaces que viven no lugar”.

La gestión del monte en los últimos años por parte de los comuneros quiere darle una vuelta, regresando a las condiciones propias de la zona. La actuación, tal y como explica su vicepresidente, se dinamizó tras los incendios del 17. “Esa traxedia supuxo un punto de inflexión na reordeación forestal, co lume proliferaron as especies invasoras e incrementou o noso traballo, esixindo maiores recursos económicos e humanos”.

De las 243 hectáreas de monte de mancomún de la parroquia, en dos se localizan las actuaciones con voluntarios, donde se concentra una riqueza de fauna y recursos hídricos. Al ser una zona sensible, no se utilizan herbicidas, se hacen con desbroces selectivos y pelando la corteza de los eucaliptos que acaban secando sin retoños nuevos, algo que sí tienen al cortarlos. 

Advierten que es una lucha lenta que se complica con la acacia negra. “É unha herdanza dos anos 60, cando o monte aínda estaba levado polas administracións; a dificultade radica en que canto máis se corta, máis rexorde; a brigada forestal é que se encarga de mantela a raia, incluso neste caso coa aplicación selectiva de herbicidas”.

En el entorno del río do Pontón, establecieron un espacio de gestión experimental de esta especie australiana. Tal y como informan en la recién estrenada web comunidademontescoruxo.com, se trata de dos hectáreas, con plantación de eucalipto que sufrió una tala total tras los incendios. El fuego activó las semillas de las acacias que permanecían en el suelo, originando una brotación masiva. Competidora feroz de la flora local, también demostró ser muy positiva para en el control de la erosión y en la regeneración, por lo que se reduce su densidad, desbrozando la masa, combinándolo con el trabajo manual de los voluntarios. Al tiempo se está repoblando la zona con árboles autóctonos, utilizando a las acacias, en densidades controladas, como árboles nodrizas que generan un microclima que favorezca su crecimiento.

O lume queimou o 75% da superficie comunada de Coruxo, despois de sete anos estamos vendo resultados moi bos, pero sen alcanzar a totalidade do monte; a súa xestión dificúltase nas zonas queimadas pola presenza de invasoras. Non imos á velocidade que quixeramos”.

La actuación varía según el comportamiento del terreno, a veces promueven la propagación natural de las especies y otras hacen plantaciones de robles, castaños, arces, abedules, alcornoques o avellanos, reservando los madroños para las zonas más áridas.

A Comunidad de Montes de Coruxo encargó un proyecto de ordenación forestal en el que se distinguen distintas funciones. Una de ellas sería la producción de madera, ya sea noble o de pino y eucalipto, donde éste último pasará de ser la especie dominante (90%) en los 70 a tener una presencia muy reducida. La conservación de la biodiversidad y la regulación del ciclo hídrico, la prevención de incendios o el uso social son los principales papeles que debe jugar el monte, según el plan.

El cinturón verde en 2046, para los 50 años de la Mancomunidad

La principal medida preventiva que se tomó tras los incendios de 2017, la creación de un cinturón verde en torno a Vigo sigue sin ser una realidad. Uxío González, presidente de la Mancomunidad Montes de Vigo, afirma que es competencia municipal. “O Concello ten que moverse, hai comunidades como a de Saiáns ou a de Coruxo que xa lle cederon os terrenos, pero aínda non fixeron nada; nós estamos involucrados na súa elaboración, pero tardaremos moito máis, contamos con telo listo para 2046, coincidindo co 50 aniversario da creación da Mancomunidade”.

Para el presidente de Montes de Vigo, la implicación de las administraciones con la gestión del espacio forestal tendría que ser mayor y demostrarse en partidas presupuestarias. “Imos transformando pouco a pouco, pero é un proceso lento. As máis afectadas polo lume hai sete anos son as que peor o teñen, Comesaña, Matamá, Zamáns, Coruxo e Valadares teñen que volver a eliminar invasoras que tiñan controladas como a acacia negra e brozar moita maleza, que no monte pelado desmádrase”. El uso social de los espacios forestales con proyectos de biodiversidad es uno de los objetivos de la Mancomunidad, integrada por 14 comunidades de monte.

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