El monasterio olvidado a la orilla del Miño y frente a Tui
Sanfins, en Valença, se encuentra en un paraje único, un bosque frente al río
En un recodo oculto del municipio de Valença se encuentran los restos, bien conservados, de un monasterio benedictino, Sanfins de Friestas, fundado probablemente a finales del siglo XI. Unas ruinas consolidadas de lo que fue un conjunto monástico habitado por benedictinos y en última instancia por jesuitas.
La primera referencia documental es de tiempos de la última condesa de Portugal, Doña Teresa (1112-1128), madre del primer rey portugués Alfonso Enríquez. Es también una de las iglesias románicas más importantes de Portugal. Hay mucho a destacar. Primero, que se ha conservado casi intacta en sus estructuras y formas medievales. Por otro lado, cuenta con un gran repertorio escultórico en la cabecera y en los canecillos de las cornisas. Pero quizá el aspecto que confiere mayor atractivo a Sanfins de Friestas es el lugar en que se ubica. Se trata de un espacio rural al que se llega por carreteras locales estrechas y tortuosas, siendo el entorno boscoso y solitario. No es fácil llegar sin un GPS, pese a encontrarse a unos 10 kilómetros de la villa de Valença, frente al río y la ciudad de Tui. La iglesia, prácticamente vacía en su interior, está en buenas condiciones y puede visitarse libremente. También destaca un acueducto construido por los monjes para garantizar el abastecimiento.
Este convento benedictino es la memoria activa del románico portugués. Se cree que su nombre se debe a una antigua ermita en honor a San Felix que se situaba en este lugar, y sus orígenes se remontan hasta el siglo VI cuando los monjes benedictinos lo construyeron por orden de San Rosendo. Este lugar gozó de privilegios entre los cuales estaba el hecho de que del Coto de Sanfins no se reclutaban soldados a menos que el Rey en persona fuese a la guerra.
Contenido patrocinado
También te puede interesar