El Marco comparte sus secretos con los más pequeños

Cultura

Los talleres infantiles de verano convirtieron durante un mes las galerías del museo en salas de juego

El suelo de una de las salas ocupadas por Verbis acogió el taller por el que los niños elaboraron el alzado del Marco.
El suelo de una de las salas ocupadas por Verbis acogió el taller por el que los niños elaboraron el alzado del Marco.

Ana Barreiro y África Martínez, de Taller Abierto y Cristina González, de Arte y Garabato son las responsables de haber “destripado” el Museo de Arte Contemporáneo en los talleres infantiles del verano que finalizan el próximo miércoles en el museo. Así, el Marco desveló todos sus secretos, los que se ven y los que no, a unos pequeños cómplices que empezaron a mirarlo con otros ojos.

“Conseguimos superar el conflicto que se crea al intervenir en una sala de un museo y convertirla en una sala de juegos; son niños a partir de los 6 años y a veces no son conscientes del valor de las piezas que se exponen, por naturaleza tienden a tocar todo, hay que estar pendientes y recordárselo, entonces son tremendamente respetuosos”. Cristina González destacó en declaraciones a Atlántico, la sorpresa de los menores al descubrir el edificio desde otro punto de vista. “Aunque había niños que entraban por primera vez en el Marco, la mayoría ya lo conocía bien, pero nunca ocuparon los espacios de esta manera, ni lo analizaron como ahora. En un principio, cuando los invitamos a interactuar en las salas expositivas se quedan sorprendidos, pero enseguida entran en la dinámica de forma muy viva, sin prejucios, sin juzgar”.

Durante todo el mes pusieron en marcha lo que denominaron el Laboratorio de Arquitectura, que tomaron como elemento a estudiar el propio inmueble. Por una parte, hicieron una aproximación desde el punto de vista técnico, mostrando la planta y el alzado, descubriendo las estancias a donde no pueden acceder los visitantes, las que no están a la vista. Por otra, compartieron la reflexión artística de los autores que exponen (Verbis, Bosco Caride, Laía Argüelles y los de la colectiva ‘On the table’). “Los animamos a ocupar físicamente el espacio, que actuasen en un lugar que años antes había sido de represión y ahora es de pensamiento”.

Uno de los recursos más aplaudidos por los participantes en los talleres la dio la propia construcción, la caja de resonancia creada por el espacio panóptico. Así, González incide en la puesta en valor de esta característica arquitectónica tan peculiar: “Profundizamos en este tesoro que tenemos, hay pocos edificios con un espacio central desde donde poder escuchar y ver lo que sucede en el resto de las salas”. También viajan en el tiempo. Andan sobre los caminos transitados por los presos en los antiguos patios del presidio. “Identifican la piel del edificio a través de sus texturas, de los registros de sus actividades realizando proyectos individuales”.

El proyecto didáctico fue diseñado exclusivamente para este espacio concreto y todas las sesiones fueron concebidas desde lo lúdico. “Como educadoras, este es un proyecto muy ambicioso, ya que los espacios del Marco, tan grandes, con tanta altura y luz, permiten propuestas a gran escala que rara vez se pueden hacer en otro lugar”.

Esta es la primera edición de un “laboratorio” que busca entender el edificio no como un simple contenedor de obras, sino como un recurso pedagógico de gran riqueza educativa.

El Espazo Anexo también acogió actividades de este taller y de los destinados a los menores de 6 años, así como las iniciativas desarrolladas desde el Marco Inclusivo, abierto a colectivos con necesidades especiales.

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