Manuel Alberto Cortés: “El dinero está alimentando las muertes de mi país”

La voz de Manuel Alberto Cortés es una de esas que cuentan con pelos y señales los horrores de su país. La inestabilidad y el peligro que le rondaba le obligó a tomar un avión y hacer una nueva vida en España con 50 años. Ahora, con 53, sigue en el activismo desde la distancia, sin riesgo de muerte y luchando no solo con los problemas de su país, sino también con los de España. Técnico industrial y originario de una familia de clase media, el ofrecer una charla en una universidad le llevó a entrar de ello en el mundo petrolero (Colombia recoge más de un millón de litros diarios) como consultor que, luego, se convirtió en pesadilla.

“En 2015 comenzaron a aplicar unas técnicas de fracking (extracción por presión hidráulica), algo prohibido en la Unión Europea pero muy habitual allá. Estaba empezando a contaminar la tierra y algunos trabajadores nos opusimos a ello”, apuntó Cortés. La política de la empresa, lejos de una negociación, fue tomar las armas con todo aquello que se pusiese en contra del negocio: “Empezaron a eliminarnos. A asesinarnos. Fueron 82 personas las que perdieron la vida y eso que en esa zona de Colombia no había guerra, no como en otras por culpa del narcotráfico. Tanto por intereses como por la droga, el dinero está alimentando las muertes de mi país”.

De la zona andina de Colombia, donde no existen las estaciones, tomó un vuelo bajo las constantes amenazas de muerte debido a su activismo climático. Sin familia ni hijos, comenzó una nueva vida. “Para los latinos que queremos emigrar, el primer país que se nos viene a la cabeza es España. Se comparte idioma y religión”, aseguró. En su llegada a Barajas no hubo distinción con aquellos que llegan a las costas canarias en balsas, él también era un indocumentado. “Pedí el asilo político en octubre de 2021 y se me concedió en enero de 2024, 27 meses después”, indicó Cortés. El azar lo llevó a Vigo, que rápidamente lo acogió con los brazos abiertos: “Es una maravilla de ciudad, lo noté en cinco minutos. Fútbol, animales, naturaleza... Llevó 3 años intentando aprender gallego, pero mi corazón sigue allá”. Su idea es residir en Vigo los próximos cuatro años. Luego, el azar dirá.

Recalcó las virtudes de la ciudad y pasa un tupido velo por la lentitud de la burocracia, aquella que le obligó a estar de forma clandestina en la ciudad antes de que llegase su petición de asilo aceptada, así como la creciente ola de “xenofobia amable” que él percibe. “Trabajas en un negocio y te persiguen porque piensan que vas a robar y, tan pronto llegas, te colocan en la construcción o en hostelería. Aquí no hay posibilidad de absorber el talento de fuera”, aseguró Cortés, quien además de trabajar para la industria del petróleo fue profesor y emprendedor. Además, no entiende que en Galicia exista cultura del odio que se proyecta en los inmigrantes porque “ser xenófobo en Galicia es un oxímoron. Es absurdo para un pueblo que ha tenido que emigrar años atrás”. Y, aún así, Cortés se considera un privilegiado: “Vine aquí con el idioma y con algo de dinero, pero hay gente que viene sin nada. A eso no se le da valor”.

Lejos del peligro, Cortés auguró que lo convulsó del mundo actual irá a peor y los inmigrantes que vengan a la ciudad “recibirán cada vez más gestos de odio, rechazo y violencia. Así no van a estar a gusto”.

Daniel Bóveda: “Tenemos mucha preocupación porque ya no se habla de paz”

Daniel Bóveda es el responsable de Accem en Galicia. Desde su sede en Vigo, asegura que las peticiones de asilo cada vez suben más y a un ritmo vertiginoso, pero el principal problema lo encuentran en que “ya no se habla de paz. Estamos muy preocupados por eso”. La inestabilidad política de Colombia, Venezuela o Perú hace que muchos de sus habitantes tengan que buscarse una nueva vida lejos de sus fronteras, en especial el país peruano en las últimas fechas: “Este año ha tenido muchos problemas políticos y notamos en las peticiones que el perfil es el de una mujer que huye del feminicidio”. 

También en países como Mali la violencia hizo que sus residentes marchasen del país africano. Muchos de ellos, recorriendo el camino hasta Canarias en condiciones infrahumanas y con nula seguridad. “La guerra está golpeando muchísimo, el mundo está muy convulso actualmente”, afirmó Bóveda, que aseguró que algún que otro palestino ya se encuentra en Vigo con la petición de asilo aceptada: “No podemos entender la guerra como un bien y eso se ha notado en la migración. En 2024 ha sido brutal, es el año en el que más ha aumentado”. Desde Venezuela también siguen llegando, en este caso, opositores con el régimen actual.

Ana Pardo: “Hay un cambio de paradigma con la emergencia canaria”

Desde Provivienda han notado en este 2024 un aumento en las socilitudes, que vino emparejado con una dificultad mayor en el acceso a la vivienda. La inmigración recibida en Canarias está elevando las cifras. “Hay un cambio de paradigma con la emergencia canaría. Se ha cambiado el modelo de familia, con hijos, a jóvenes de África que vienen de forma individual”, apuntó Pardo. Esa inmigración familiar tan solo se registra actualmente en algunos países de América, como Colombia o Perú. 

“Desde Provivienda, con la emergencia canaria, estuvimos ayudando de forma temporal al sistema de distribución de un hogar, aunque no es exactamente nuestro ámbito”, admitió Pardo, que finalizó esa colaboración el 31 de diciembre de 2024, ayudando no solo en Vigo, sino en Monforte de Lemos y el Allariz. Sin embargo, apuntó que la xenofobia “creciente” que se destila en varios puntos de Vigo y Galicia está totalmente injustificada e intorelable: “El perfil que viene de África es muy interesante. Al final, son gente joven, con muchas ganas de aprender y de trabajar, y darán solución a las vacantes laborales que no quieren realizar la gente local”. Exige más formación y más recursos en ayudar a la inmigración que llega desde las costas en Canarias.