Intervenciones telefónicas en el móvil de Déborah, solo para llamadas maliciosas
Sin pruebas biológicas y con el móvil de Déborah en paradero desconocido hasta 2022, fueron rechazadas las reiteradas peticiones sobre el rastreo y ‘pinchazo’ de llamadas
Las opciones para investigar lo ocurrido a la joven viguesa aquel 30 de abril de 2002 se fueron cerrando a lo largo de los años. La Policía, ante la falta de testigos presenciales y resultados biológicos, tenía todavía otras vías en las que recabar pruebas objetivas.
Si bien es verdad que hace más de dos décadas la tecnología no tenía nada que ver con la actual, no era nada desechable la información que podían aportar los teléfonos, no solo los móviles (en aquel momento muy básicos) sino incluso los fijos.
En los inicios de la investigación, la Guardia Civil solicitó la intervención de los números de teléfono correspondientes a llamadas sospechosas que la familia había recibido en su teléfono fijo. La intención era precisamente averiguar si se trataban de llamadas maliciosas o, por el contrario, escondían alguna pista sobre el entonces denominado ya como homicidio.
El Juzgado de Instrucción 2 de Vigo autorizó dichas intervenciones, de las que no pudo obtenerse nada relevante para el caso. Años después, cuando la Policía ya tenía un claro sospechoso, el equipo investigador de 2010, que bautizó el caso como ‘Operación Arcano’ entregó un amplio atestado con conclusiones similares a las que se llegó en 2019, en el que se solicitaba al juzgado la intervención del teléfono del sospechoso y una pericial psiquiátrica. No hubo opción, el juzgado decretó el archivo unos días después.
Con la reapertura, y tras haber declarado buena parte de los testigos y haberse detectado numerosas contradicciones, se volvió a solicitar dicha intervención, que además se extendía a otras cuantas personas más. La Fiscalía se negó consideró la medida “no proporcional, ni necesaria” y el Juzgado de Instrucción 2 de Tui respaldó dicha negativa.
También se opuso a liberar oficio a Telefónica para saber si todavía existía algún registro de llamadas de 2002 que permitiera identificar la línea que se ocultaba tras el número 200 que aparecía en el tráfico de las recibidas por la víctima antes de su desaparición. El juzgado tampoco lo autorizó, atendiendo a que el plazo exigido por ley para guardar esa información ya había expirado.
Sin signos de que a Déborah se la llevaran por la fuerza
Entre las decenas de testigos que a lo largo de estos cinco años han pasado por sede judicial, destaca el del responsable de la investigación policial en 2010. En su declaración defendió la hipótesis más plausible de lo que le ocurrió a Déborah. Se basó en datos científicos para pensar que la joven se fue con alguien que conocía, “no había muestras en su cuerpo de sufrimiento, de que se la hubieran llevado de forma violenta”.
Porque alguien tuvo que llevarla desde el lugar donde se la ve por última vez hasta donde apareció sin vida. Señaló que además de las pesquisas sobre el semen vivo aparecido en el cadáver con los expertos de la Universidad, tras interrogar a todo su círculo más íntimo, hubo unanimidad en que Déborah nunca habría mantenido relaciones sexuales sin protección.
Partiendo de que el responsable era una persona conocida, la forma de ir llegando a un sospechoso, afirmó, fue ir recabando cualquier indicio para descartar una por una a las personas de su entorno. Así, llegó hasta el exnovio, ahora con la causa contra él archivada y sin pruebas biológicas que lo relacionen con los hechos.
Según afirmó, no encontró nada que lo descartara. Hizo alusión a las múltiples contradicciones en sus distintas declaraciones, a pesar de ser citado únicamente como testigo. Con posterioridad, argumentó haber cambiado su versión por miedo a que lo relacionaran con el caso.
También aludió el policía a un espacio de tiempo de unos veinte minutos del día de la desaparición de Déborah que están en blanco, desde que salió de la peluquería hasta que llegó a comer a casa. Un periodo en el que pudo tener un encuentro, lo que le habría llevado a no coger el móvil cuando salió por la tarde a correr- En los testimonios de los citados a declarar hubo contradicciones sobre aspectos que, para la Fiscalía y el juzgado se debían al paso del tiempo.
Las 28 llamadas en blanco, sin respuesta
En septiembre de 2022 cuando apareció el móvil de Déborah en las dependencias de la Comisaría de Canillas en Madrid, por casualidad, el teléfono no tenía tarjeta SIM. De nuevo las opciones de hallar información se desvanecían. Años antes, se había solicitado el registro de llamadas entrantes y salientes a la compañía telefónica.
El listado se obtuvo y en él aparecían 28 llamadas en blanco, donde sí se reflejaba el día, la hora y el tiempo de las mismas, pero no aparecía ningún número. Nadie ha aclarado hasta ahora ese aspecto. Tampoco consta si se pidió en su momento a la compañía una explicación. Otra pista que se dejó por el camino y sobre la que nadie, excepto la parte que representaba a la familia, insistió en su importancia.
El tiempo transcurrido y la “intoxicación” por “rumores” e información pública sirvieron también al juzgado para restar importancia a que varios testigos tuvieran un chat para hablar sobre lo que iban a declarar.
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