Las intensas lluvias suben Eiras y alejan el fantasma de la sequía

Una tromba de 200 litros en Fornelos eleva el nivel del embalse al 68%, aunque la normalidad llegará al 100%

La presa de Eiras, con el desagüe hacia el Oitavén, que se ve en su nivel mínimo.
La presa de Eiras, con el desagüe hacia el Oitavén, que se ve en su nivel mínimo.

En solo cuatro días, desde el pasado domingo hasta ayer, la presa de Eiras pasó del 48 al 68 por ciento de su ocupación, todavía lejos del lleno pero todavía más alejado del fantasma de la sequía. Según señalaron fuentes de la Consellería de Medio Ambiente, las medidas tomadas para reducir al máximo la salida de agua, además de las de ahorro tomadas por los ayuntamientos en sus respectivas competencias, han permitido ir capeando la situación hasta la llegada de las lluvias, que como suele ser habitual en Fornelos, lo hicieron de forma espectacular: 200 litros en cuatro días, 70 en una sola jornada, suficiente para recuperar los acuíferos y elevar de forma significativa las reservas del embalse que abastece a Vigo y su área metropolitana. El otro, Zamáns, para el Val Miñor, también ha mejorado, pero no de la misma forma: en Vigo cayeron en ese tiempo algo menos de 90 litros. Fornelos y la comarca de Montes es la zona con más alta pluviosidad de Galicia y entre las más húmedas de España, motivo fundamental para que el embalse fuera construido hace medio siglo en ese punto de la cuenca del Oitavén a iniciativa del alcalde García Picher, que logró convencer al Gobierno de entonces, en plena transición. En marzo de 1977 fue inaugurado por el Picher y el entonces ministro de Obras Públicas Leopoldo Calvo Sotelo, que cuatro años más tarde se convertiría en presidente del Gobierno.

Medio Ambiente declaró la situación de prealerta por sequía en agosto al entorno de Pontevedra por la mala situación del Lérez, y más recientemente a la Ría de Vigo por la caída de las reservas en Eiras y Zamáns, y todavía de forma más catastrófica en Baiona, donde su presa se encuentra en mínimos, hasta un total de 45 municipios. Eiras llegó a bajar al 48 por ciento, todavía lejos del 37 por ciento marcado en 2017, en la gran sequía, donde incluso se acordó el trasvase de urgencia desde el Verdugo, que no llegó a realizarse al volver las lluvias y por la fuerte oposición vecinal y municipal en Ponte Caldelas y Soutomaior or los supuestos efectos de la obra hidráulica. No se hizo, como tampoco una conducción desde el Miño ni tampoco se ha puesto en marcha la ampliación de Eiras o la construcción de una nueva presa aguas arriba. El Concello vigués lo reclama a la Xunta, que a su vez pide al Gobierno que declare la obra de interés general, como en su día la construcción de la depuradora del Lagares.

El asunto probablemente seguirá encima de la mesa durante más tiempo porque las condiciones han cambiado, incluyendo la reducción de las precipitaciones. Eiras se construyó por una población de 250.000 habitantes y ahora abastece a casi el doble al unirse todos los ayuntamientos, además del propio crecimiento de la ciudad de Vigo. De momento, la situación de prealerta se mantendrá, salvo que la Oficina da Seca, de la Consellería de Medio Ambiente, cambie de opinión, lo que parece poco probable: la normalidad llegará con Eiras al 100 por cien, aunque en invierno se mantiene un resguardo del 15 por ciento en previsión de lluvias torrenciales. Por su parte, el Concello vigués mantiene sus prohibiciones como el baldeo, llenado de piscinas, limpieza de coches en la calle y otras.

El río Oitavén, en mínimos

El departamento autonómico Augas de Galicia redujo al mínimo la salida de agua en Eiras para garantizar todo lo posible el consumo humano, que es primordial, aunque también que haya agua para que no tenga problemas la fauna acuática. “En ese sentido hay un equilibrio, hay un caudal ecológico de 0,8 metros cúbicos, que ya bajamos a 0,5 y no hay necesidad de poner en riesgo la fauna, porque tenemos reservas suficientes”, dijo hace unos días la conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez. En prealerta se baja el caudal ecológico y lo que entra de agua es lo que va saliendo “y así garantizamos por ahora el consumo”, señalaba. Lo cierto es que el chorro que sale desde el embalse hacia el río Oitavén parece dejar el espacio natural al límite, con zonas sin apenas agua. La mejora del nivel de Eiras permitirá recuperar el caudal habitual y “reflotar” el río.

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