La huerta urbana de A Ramallosa quiere crecer

Éxito de resultados, el parque Carlos Casares se ha convertido en parada obligada para las 40 familias participantes

Raquel Gómez y Diana Muñoz (camiseta negra) con algunos de los inscritos en la huerta.
Raquel Gómez y Diana Muñoz (camiseta negra) con algunos de los inscritos en la huerta.

La huerta urbana de A Ramallosa está rompiendo con todas las expectativas hasta el punto que la imagen que refleja el rincón del parque Carlos Casares Mouriño poco tiene que ver con la de hace dos meses y medio, momento en el que la experiencia echó a andar. En un espacio muerto de unos 40 metros cuadrados de la zona ajardinada se colocaron trece bancales dispuestos en un hexágono como parte del proyecto ideado por la cooperativa Somos Terra, ahora sus formas casi no se distinguen por la frondosidad de los cultivos gracias a los cuidados de las expertas en la materia Diana Muñoz, Raquel Gómez y Eva Quiroga, además de las cuarenta familias participantes que en su gran mayoría acuden sin fallar desde el primer día. Comenzaron siendo unos desconocidos y ahora entre tomates, patatas, judías, calabazas o plantas aromáticas ya son piña, un grupo que funciona como colectivo que semana tras semana continúa adquiriendo nociones prácticas sobre agricultura ecológica. Entre todos se coordinan para ocuparse de la huerta, ya sea regando o facilitando los diferentes elementos necesarios, por ejemplo, las cañas y cordeles para sujetar las tomateras, cada uno va aportando su granito de arena. Lo cierto es que la iniciativa quiere crecer y ya tienen entre manos la idea de trasladar su pequeño campo “itinerante” al suelo. “La implicación de todos es enorme por eso queremos hacer algo más grande”, aclara Diana, mientras explica que todo lo obtenido se reparte a partes iguales.

La cooperativa Somos Terra tiene su sede en Panxón y nació con la finalidad de promover la filosofía de la economía circular y la sostenibilidad en el día a día, de hecho la huerta urbana que nos ocupa nació de una iniciativa escolar llamada “proyecto de agroecoloxía na escola” en marcha antes de la pandemia. Las integrantes encargaban de crear y de mantener una serie de huertas en diferentes colegios y una vez al mes llevaban a cabo un taller colectivo de varios días de duración y en el que participaba la totalidad del alumnado. El interés suscitado entre los padres de los escolares tras conocer la iniciativa fue tal que se plantearon la idea inicial de hacer lo propio con mayores aprovechando el trabajo hecho en los colegios en horario de tarde. Los impedimentos surgidos a raíz de la pandemia les obligó a desistir en su plan inicial y finalmente la idea se trasladó al parque nigranés. El Concello les cedió el pedacito de terreno y financia los talleres que se imparten todos los lunes manera ininterrumpida desde el pasado 23 de abril, y los miércoles o jueves se reúnen para mantener los bancales, mientras charlan y pasan un buen rato.

Dos meses y medio después de arrancar llega el momento de la cosecha. El pasado jueves tocó la recolecta de judía, están esperando por la calabaza y la sandía, la berenjena ya está casi a punto y una vez que retiren las patatas plantarán algo de hoja para favorecer a la rotación de cultivos. Fieles a su planteamiento defienden la agricultura ecológica, esto es, el cultivo orgánico prescindiendo de químicos y el uso de métodos como la plantación por ciclos. De este modo consiguen aportar los nutrientes necesarios a la tierra de manera natural y reforzado por abonos de la misma procedencia. Por ejemplo, las leguminosas consumen el hidrógeno, pero aportan otros nutrientes que le van muy bien por ejemplo a las tomateras o a los pimientos, posteriormente se planta otras con hoja y de esta manera los diferentes nutrientes se mantienen en equilibrio. Para mantener a raya el pulgón utilizan un jabón potásico, en el caso de los hongos se sirven una asociación de especies en vez de utilizar sulfato de cobre y así un sinfín de soluciones para evitar los químicos. El ciclo acabará en septiembre, momento en que retirarán todas las plantas a excepción de la calabaza y el boniato y llegará el momento de la siembra de coliflor, el brécol o grelos, que estarán listos para la recolecta hacia diciembre.

Que el proyecto continúe desde final de año depende de que el Concello siga colaborando. En caso afirmativo, ya sea desde el vergel nacido en Ramallosa o bien trasladando el proyecto a tierra firme, continuarán difundiendo las prácticas sostenibles con las puertas abiertas a nuevos miembros.

MIEMBROS DEL COLECTIVO

José Cabral es de Panxón.
José Cabral es de Panxón.

“EN MI CASA TENGO HUERTA Y SE APRENDEN MUCHOS TRUCOS, TODO LO QUE HAY LO HACEMOS ENTRE TODOS”

Mónica Valverde y su hijo, de Nigrán.
Mónica Valverde y su hijo, de Nigrán.

“TENGO PENSADO SEGUIR ACUDIENDO HASTA QUE ACABE, ME GUSTARÍA TENER MI PROPIA HUERTA PARA PLANTAR”

Enma Paradela, de Nigrán.
Enma Paradela, de Nigrán.

“ME ENTERÉ POR LA PRENSA DEL PROYECTO, ME ANOTÉ Y DESDE ESE MOMENTO NO FALLO. ME ENCANTA VENIR”

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