La hostelería de Vigo alerta por la caída de clientes, la energía y la falta de personal

La falta de personal cualificado, el próximo descenso de clientes y el coste energético generan dudas en la restauración viguesa

Publicado: 04 sep 2022 - 22:41 Actualizado: 09 sep 2022 - 13:27

Local de restauración en Vigo, con clientes y una trabajadora en su jornada laboral.
Local de restauración en Vigo, con clientes y una trabajadora en su jornada laboral.

La hostelería en Vigo está en dificultades tras un buen periodo veraniego. Si la falta de hielos no afectó demasiado a bares y restaurantes y la demanda de clientes aumentó en un caluroso verano, el invierno no parece ser un camino de rosas para gerentes de la restauración. La falta de personal cualificado para entrar a trabajar y cumplir desde el primer día, el descenso de la clientela una vez finalizado el periodo veraniego y la subida descontrolada de la energía están siendo muchas piedras en el camino para que la hostelería salga a flote.

La falta de trabajadores cualificados es un motivo por el cual la restauración sufre. Según César Sánchez-Ballesteros, presidente de la Federación de Hostelería provincial, el verano ha sido, en líneas generales, bastante bueno para los negocios pero algunos han tenido dificultades para encontrar personal: “De alguna manera sí hubo falta de trabajadores, aunque el periodo de verano está finalizando y la búsqueda no se realiza con tanta urgencia, porque la cantidad de clientes descenderá”.

La pandemia también obligó a los trabajadores a reinventarse en otros oficios. Con los bares cerrados y los sectores de la alimentación y logística en auge, “los trabajadores pasaron a formar parte de otros sectores, con condiciones más interesantes”. El problema poblacional, con un envejecimiento de la población viguesa y el aumento del coste de la energía, sobre todo para transporte, fueron otras de las claves para un verano complicado en cuanto a contrataciones. “En municipios colindantes de Vigo, como Baiona o Sanxenxo, tuvieron muchas complicaciones porque no compensaba el desplazamiento. La hostelería se nutría de gente joven en verano, pero cada vez hay menos”, sentenció Ballesteros.

Sin embargo, desde la Federación buscaron una solución para paliar esa falta de personal: “Hemos realizado cursos exprés para interesados que no tuviesen experiencia e incluirla en el mercado laboral. También tuvimos refugiados ucranianos, trabajando con ellos sobre todo el idioma, para poder iniciar las labores de hostelería”.

Diferentes opiniones

La restauración, por su parte, sufre de disparidad de opiniones en cuanto a la contratación de gente. El restaurante La Marujita, a la búsqueda de un ayudante de cocinero, reconoció su gerencia que “no está siendo muy difícil. Hemos recibido muchos currículum tanto por Internet, en páginas especializadas, como presencialmente”. Indicar unas buenas condiciones laborales en la oferta (y cumplirlas) puede ser un reclamo interesante para los futuros trabajadores: “Lo hacemos todo según el convenio y la ley. No jugamos con fuego”.

Esto choca con el apunte indicado por otra empresa de restauración con es La Petit Creperie. En ella, Antonio, su gerente, indicó que la búsqueda de trabajadores “está siendo muy difícil. Hay falta de gente y escasez de profesionales con ganas de trabajar en hostelería”. Dos realidades muy dispares en la misma ciudad.

El local de comida rápida Popeyes, que también busca trabajadores para su negocio, señaló que, a través de su gerente Jacobo, “no tenemos problemas en cuanto a la contratación de personal, pero sí en sus exigencias. Al ser un local de comida rápida, no es necesario tener a alguien a jornada completa, y eso choca con las ideas de algún trabajador".

El coste de la energía, trampa mortal para la restauración

La subida de la energía también afectó a los negocios locales. La mayoría se han visto envueltos en un disparado gasto mensual imposible de paliar, salvo con medidas drásticas. Así sucede en el local de restauración Manzaneda, que afirmó estar pasando un gran bache por culpa de la subida de la electricidad y el gas: “Recibimos una factura de casi mil euros, es imposible para nosotros hacer frente a semejante gasto”. Con un negocio familiar, regentado por dos hermanas, las medidas adoptadas empezaron a ser muy duras. “Estamos planteando eliminar los menús del día, y los platos elaborados. Al final solo vamos a poder servir ensalada, porque no podemos ni encender la cocina. Cuando llegue el invierno, con los cocidos, va a ser imposible”, admiten desde bar Manzaneda, que aseguran estar “muy quemadas”.

Jacobo, de Popeyes, indicó que también está realizando medidas para ajustar el consumo de energía en su negocio: “A las doce la plancha se apaga, una vez terminado el servicio de cocina. Antes podíamos encenderla un poco más temprano, a la hora de apertura, pero ahora ya hasta que está cerca la hora de comer no se enciende”. Antonio, de La Petite Creperie, explicó que lo más difícil de esta subida disparada es “hacerle entender al cliente que el gasto se multiplicó por tres, y que obviamente tenemos que subir los precios. Y es complicado porque ellos también lo sufren en casa”.

Desde la Federación de Hostelería, César Ballesteros mostró su preocupación por el elevado gasto que tiene que soportar la restauración, indicando que “el sector lo está pasando muy mal, a pesar de ser uno de los mejores veranos para la hostelería viguesa. Pero los costes se dispararon y nadie nos avisó de que íbamos a tener un aumento entre el 30 y el 50%. Es demasiado peso para que soporten los negocios”.

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