"Tras hacer el servicio militar sentí la llamada del Señor"
Abel Pino es un religioso colombiano asentado en Vigo en la orden de los Misioneros Claretianos
El sacerdote colombiano Abel Pino recaló en España en 1999. Pertenece a la orden de los Misioneros Claretianos y en Vigo lleva apenas cinco años, pero se integró completamente desde que llegó. “Estoy muy bien y cómodo aquí. Hay mucha gente buena y mucho trabajo por hacer y noto una muy buena respuesta por parte de nuestra comunidad”, apunta.
Pino forma parte de la nueva forma de renovación de los religiosos vigueses. Al no haber suficiente relevo generacional, muchos llegan de países de Asia, África o América Latina en calidad de misioneros, como en su momento hicieron muchos religiosos españoles. “Nos van destinando a distintos lugares”, explica Abel, que desde 1999 ha estado en lugares como Valencia, Madrid, Segovia o Granada. “Forma parte de nuestro carisma estar disponibles para viajar y ‘nos mueven’ cada cierto tiempo”, añade.
Los Misioneros Claretianos están instalados en la Parroquia del Corazón de María, en la calle Honduras. El padre Pino ejerce labores de vicario parroquial y es el encargado de la catequesis, pero también colabora en los colegios Miralba, Mariano y San José de Cluny en tareas tales como oficiar la misa, confesar o supervisar las convivencias que se realizan en los centros.
Este religioso colombiano estudió desde pequeño en un colegio de los Misioneros Claretianos y explica que “después de hacer el servicio militar sentí que el Señor me estaba llamando”. La respuesta la tuvo clara tras profundizar en dicha llamada: “Tenía que seguir con los Claretianos”. Así, vive el día a día con otros cuatro hermanos de la orden en la parroquia. “Llegamos a ser ocho”, indica, antes de confirmar que “más que haber una crisis vocacional, es una crisis de respuesta. Falta gente que responda a la llamada de Dios porque él no deja de llamar”. Pino vincula también esta falta de jóvenes religiosos con la crisis de natalidad que afecta cada vez más a la ciudad y vacía los colegios: “Va un poco de la mano, faltan vocaciones porque también faltan niños”.
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