La Fundación Xoán Piñeiro ofrece una obra para la plaza del escultor
La hija del artista, Cuqui Piñeiro, y Silverio Rivas, amigo y pupilo, compartieron recuerdos en el espacio urbano dedicado a su memoria, junto a la iglesia del Carmen
Amigos y familiares acudieron a la convocatoria de la Fundación Xoán Piñeiro para recordar al escultor cangués fallecido hace 44 años. Una placita a los pies de la iglesia del Carmen, con su busto en bronce y la placa conmemorativa de Manuel Buciño, recuerda al artista de forma modesta. “Foi no último mandato de Santomé como concelleiro cando se proxectou este espazo no que estaba previsto unha escultura do meu pai”, señaló Cuqui Piñeiro, quien pidió al Concello la mejora del entorno, olvidado en las inmediaciones de As Travesas.
“Estaríamos dispostos a buscar solucións para colocar unha obra, na Fundación temos esculturas e estaríamos dispostos a donar unha se o Concello estivera disposto a tratala como se require”, apuntó Jesús Vázquez González, presidente de la Fundación.
En una reivindicación de la actividad escultórica, Cuqui Piñeiro recordó el traslado poco riguroso que se hizo de la pieza de Piñeiro en el Puerto, “Monumento ao mar” (1972). La ciudad cuenta con más ejemplos de su producción con tallas en Castrelos, O Castro o en la colección de Afundación. Especialmente significativas por innovadoras son sus encargos realizados para las parroquias viguesas como el Crucificado flotante y el Cristo de la fachada de San Xosé Obrero.
Los Apóstoles, en el Marqués de Valladares, acoge el relieve central del altar, al que le rodea una historia que explicó el presidente de la Fundación. “Tardou sete anos en poder colocarse porque moitos párrocos lles parecía vanguardista demais, aínda que o bispo lle encantou, os padres tiveron que pedir a intermediación do padre Arrupe ante o Papa”. En la obra, una pieza plana con escorzos casi imposibles se inmortalizó a sí mismo, al arquitecto Bar Boo y a un marinero de A Guarda. “Quedou tan agradecido pola valentía dos xesuitas que lles agasallou a impresionante virxe de madeira que hai no templo”.
En el acto también intervino Silverio Rivas, amigo y pupilo de Xoán Piñeiro. “Coñecino nunha exposición en Pontevedra, impresionoume a súa innovación, invitoume a traballar no seu taller de Goian e alí estiven ata que marchei para Madrid, onde tamén me axudou”. Entre risas, contó la anécdota de cómo le enfandó al también escultor Manuel Coia no ser invitado a su boda, mientras si lo fue Piñeiro.
Ayer se rindió homenaje con una ofrenda floral ante el busto del escultor a los 44 años de su muerte.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
Lo último