El fotógrafo de la melancolía soviética, nuevo vecino vigués
Boris Savelev, que reside dende hai uns meses en Vigo, inaugurou unha mostra retrospectiva de 60 anos de traxectoria no Gaiás
“Vigo se parece a Chernivtsi (su ciudad natal). Me enamoré del paisaje, de la arquitectura y de la naturaleza, de todo, del entorno y de la gente. Tengo buenos amigos aquí, en particular Beny Fernández, el dueño de Espacio Beny”. Así, el ucraniano Boris Savalev reconoce haberse asentado rápidamente en su nueva ciudad. Recibió el premio PhotoEspaña en 2024 como distinción a toda una trayectoria, iniciada en los años 70 en la Unión Soviética. Exiliado en España, dejó Madrid en busca de un clima más benigno que lo trajo a Galicia, primero a Cambados y definitivamente a Vigo, donde reside desde hace unos meses.
Reconocido por su habilidad al captar la melancolía de los últimos años de la Unión Soviética, ayer inauguró en la Cidade da Cultura, de Santiago de Compostela, “Viewfinder, unha forma de mirar”, que hace un recorrido por más de seis décadas de trabajo de este retratista urbano independiente.
Con 79 años, sigue en activo, ahora desde el sur de Galicia. “Me inspira la fotografía del lugar donde vivo, yo no soy un fotógrafo turístico, sino un fotógrafo observador. Vigo es increíble, cada día cambia la luz, cambia el estado, cambia la gente. Estoy feliz fotografiando aquí, me parece que podría hacerlo infinitamente”. En declaraciones realizadas ayer durante la presentación de su muestra en Gaiás, aseguró que cuando puede también se escapa a Compostela para buscar otros argumentos para sus imágenes, ya que, apuntó, “son distintas, no son iguales a las de Vigo, aunque la gente y la arquitectura son parecidas, tiene su propia luz”. Cuando sale de casa con la cámara y se deja rodear por la ciudad, dice que eso es suficiente para él. “En realidad no me influye la grandeza de la urbe, sino lo que me provoca y Vigo se corresponde exactamente con mis sentimientos”.
No busca sacar fotos bonitas de un sitio nuevo como haría un turista, insiste en que lo que le interesa es captar el lugar donde vive. “Todos los días descubro de nuevo los mismos sitios, me enamoró de ellos y los quiero expresar a través de la fotografía cómo me siento dentro de la ciudad, lo que me inspira la vida en la ciudad”.
Además de colaborar en el Espacio Beny, tiene un nuevo proyecto en mente, al margen de las instantáneas urbanas, y relacionado con los vinos gallegos y sus bodegas.
Una mirada poética
“Boris Savelev. Viewfinder, unha forma de mirar”, comisariada por Adam Lowe de Factum Arte, es la retrospectiva más amplia que se ha realizado hasta ahora del artista ucraniano. Muestra más de cien instantáneas desde las primeras imágenes en blanco y negro de los años 70 a sus trabajos con película en color como freelance para publicaciones rusas y extranjeras, a la fotografía digital.
Entre la selección hay obra de los últimos años captadas en Cambados, Lugo, Vigo y Santiago. “La arquitectura en piedra, el bullicio de las calles, la lluvia y el sol reavivaron la voluntad del Savalev fotógrafo que se vería obligado a abandonar su retiro en Ucrania por la invasión rusa”, afirmó el director xeral de Cultura, Anxo Lorenzo, ayer, durante la inauguración.
La exposición, que permanecerá en el Museo del Centro Gaiás hasta noviembre, se completa con tres audiovisuales que ahondan en el proceso creativo de Savalev y en su obsesión por perfeccionar los procesos de impresión de la imagen. “Su formación científica como ingeniero aeroespacial y su caracter perfeccionista lo llevan a experimentar diferentes técnicas”, señala la hoja de sala. La mayoría de las fotografías fueron reproducidas en una impresora plana especial de inyección de tinta diseñada por Factum Arte para reproducir la imagen por capas a medida del fotógrafo.
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