Familia de acogida: “Hay que estar mentalmente muy preparado”
Nuevas familias
Los vigueses Miriam González y Raúl Avilés acogen en la actualidad y de forma temporal a un tercer niño, que comparte vivencias con otros dos hijos biológicos de similar edad
Ser familia de acogida temporal conlleva darlo todo por un niño que abandonará pronto el seno del hogar. Pero eso no importa. Porque así se le asegura una infancia feliz, una correcta alimentación y una buena educación. Elementos clave para que su desarrollo se dé en la buena dirección. Los vigueses Miriam González y Raúl Avilés encontraron en el programa de acogimiento familiar una manera de ayudar a bebés y niños nacidos en familias desestructuradas y cuyo presente sería una especie de orfanato o centro infantil. Actualmente, ya van por el tercero, al que acogieron a los 20 días de nacer. Y todo ello con la ‘dificultad’ de tener dos niños biológicos de similar edad. Pero es algo que tanto a Miriam y a Raúl no les preocupa, sino que lo consideran un aprendizaje para que los niños se críen en un entorno en el que se comparte hasta los juguetes.
“El primer acogimiento fue por el abandono de su madre, y el segundo fue una renuncia, porque la chica era muy joven para tenerlo”, indicó Miriam. Su labor es, principalmente, ofrecer un entorno saludable hasta que los niños sean dados en adopción, aunque para ello “pueden pasar años”, sobre todo cuando los niños sobrepasan los 6-7 años. Si eso sucede, puede convertirse en un acogimiento permanente, aunque “son casos extremadamente raros. Normalmente, son dados en adopción o acaban volviendo con sus familias”. Una última instancia que González aprueba porque el niño en cuestión “no debe perder sus raíces, y si está con su familia biológica ya sabe de dónde viene”.
En el primer acogimiento de un niño, González reconoce que la despedida fue especialmente dura porque “hay que estar mentalmente muy preparado para su marcha” y reconoció tener miedo de que el niño se olvidase de ella y sus cuidados. El segundo tan sólo estuvo tres meses con ellos y encontró acomodo con una adopción permanente en otra familia: “Quería llorar, pero ves que tienes otros dos hijos que dependen de ti y te centras en el futuro que le quieres dar”. No sólo González lo pasa mal en las despedidas, es algo generalizado incluso para sus hijos, que no conocen toda la historia. “Les decimos que tienen que estar con nosotros porque sus padres se perdieron, y cuando se van, significa que ya han aparecido y que tenemos que alegrarnos por ellos”, señaló González. Lo aceptan, aunque todavía a día de hoy recuerdan el fugaz paso de sus ‘hermanos’ por su hogar.
La familia adoptiva decide si se mantiene o no el contacto
La despedida de la familia de acogimiento puede ser un ‘hasta luego’ o puede ser un adiós definitivo. En el caso de la pareja, en las dos acogidas que han tenido, han sido una despedida sin posibilidad de contacto. Así lo decidieron las familias adoptivas, que prefirieron que el niño en cuestión no mantuviese ningún tipo de lazo con su anterior familia temporal. “Recuerdo que la primera chica que adoptó estaba muy nerviosa porque creía que nunca le iba a llamar mamá. Nos agradeció la labor que habíamos hecho, pero que prefería que no hubiera nada de contacto", indicó González. El niño tenía cuatro años.
Pese a ese mal trago, que sucedió también con la segunda acogida, González y Avilés han dado el paso para tener un tercero. E incluso, si se tercia, un cuarto. Todo por ayudar a esos menores. “Creemos que este que tenemos (ya con dos años) volverá con su madre dentro de unos 7-8 meses y si no nos resulta tan traumático, seguiremos acogiendo”, confirma. Además, sus niños biológicos ya serán más mayores, más independientes y no tendrán tantas dificultades para lidiar con tantos hijos.
Un total de 122 niños fueron acogidos en Vigo y provincia durante 2024
Durante el 2024, un total de 122 niños (en su mayoría de muy corta edad) encontraron un acomodo temporal en alguna de las 89 familias que colaboran con el programa de acogimiento familiar de la Xunta. Todas ellas tienen algo en común: son familias acogedoras sin ningún tipo de vínculo con el niño que pasan a acoger, lo que denominan “acogimiento en familia ajena”.
Cuentan con ciertas compensaciones económicas aportadas por parte de la Xunta. Así, cada familia acogedora de un bebé con menos de un año recibe 600 euros al mes. De 1 a 3 años, la cuantía es de 425 euros mensuales. Este ingreso puede ser compatible con la prestación por maternidad o paternidad. Además, para darle una protección especial se les otorga un trato preferente en aspectos ligados a la vivienda, la educación o el transporte.
Asimismo, la institución autonómica asume de forma directa gastos en servicios adicionales para su cuidado y que no se encuentren cubiertos por el sistema público, tales como logopedia, fisioterapia, atención óptica o arreglos en odontología. Cuentan también con ayudas para libros de texto en su escolarización y la gratuidad del comedor escolar y en los campamentos de verano de la Xunta.
Otros beneficios a los que pueden optar las familias de acogida temporal es acogerse al título de familia numerosa, siempre y cuando la previsión de la duración del acogimiento supere los 12 meses de duración, así como la ampliación de la deducción fiscal del IRPF, con independencia de su duración.
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